UN LANGUIDO LAMENTO
Compadre Jose,¿usted sabe lo que es un lánguido lamento?
Silencio.
Usted sabe lo que es estar lánguido y callado,José.Usted lo sabe.Aún ahora,todavía me pregunto cómo vinimos a este lugar.Mire qué diferencia..Vea lo que hay alrededor.Humo,nada más que humo.Y de vez en cuando un ruido lejano y sordo.
No hay médicos ni enfermeras. Somos dos parias tirados en estas camas,con estos camisones blancos.¿Qué fué de nuestra ropa ,compadre?
Parece que fué hace horas,¿se acuerda? Esa visita a la Rosita.Qué linda estaba.Parecía una muñeca,parecía.Se había puesto un pañuelo atado al cabello.Y nos estaba esperando.
Había que apurar el paso,porque Juan se había ido a timbear al pueblo y a emborracharse.
Qué extraño.
Los dos aparecimos a la misma hora,y hasta con el mismo traje y los mismos caballos,el color,digo,el color.
Nos había citado al mismo tiempo, la mujer.La Rosita.
Son malas las mujeres,José,son malas,le digo.
¿Para qué hizo eso?
Nos veía desde el rancho,y un pájaro volaba entre nosotros,un pájaro negro que iba y venía.
No se detenía nunca.
Quizás ella sabía lo que iba a pasar.Quizás quería vernos a los dos juntos.
Hasta que estuvimos tan cerca.
Ahí nomás empezó el duelo.José,esa cicatriz que tiene ahí,al costado.Sí,allí.¿No le recuerda?
La hizo mi cuchillo.
Yo lo maté,José,estoy seguro.El pájaro dejó de volar,me acuerdo.Se quedó quieto, paralizado, la brisa otoñal lo atravesaba, había cambiado de color.
Ella me eligió a mí.
Qué pasó después,no recuerdo.Usted estaba en el suelo y algo me tumbó de atrás.
No me pude levantar más.
Y ahora estamos aquí,José.Creo que estamos rodeados.Por algo, no sé.
Y esa cicatriz que se le hace cada vez más grande.
Y ese ruido lejano.
Son malas las mujeres,José,son malas,le digo.Será esto un lánguido lamento?
Quizás sea el último,José,quizás sea el último.
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