Santa Coloma de Farners, un día cualquiera del mes de octubre de 1582...
Ese día Peyo Rufio se levantó como cada día para ir a labrar las tierras de su señor. Miró por la venta, se desperezó estirando sus viejos huesos de 34 años y fué a llamar a su hijo.
- Arriba, vago, que ya amanece - le espetó al tiempo que le propinaba un puntapié en las costillas.
- Ay, padre...déjame dormir un poco más...
- ¿Cómo que te deje dormir? La tierra nos espera, si este mes no cumplimos con el diezmo, el Conde mandará a los soldados a resarcirse como sea... y como tu madre se murió y tu hermana se fué a ser puta al pueblo de al lado, no encontrarán problema en desfogarse con tu juventud...así que tú mismo.
- Pero padre...hoy es domingo, déjame dormir un poco más y luego iremos a misa.
- ¿Cómo que domingo? Hoy es sábado, y ya sabes lo que opinan los curas con trabajar poco los sábados, con el tema de los malditos judíos...aún nos denunciará el vecino, que está deseando arrendar nuestras tierras.
- Pues peor sería trabajar en domingo...entonces sí que la habriamos cagado, padre. Y hoy es domingo
- Hoy es sábado...sábado 7, haragán!
- Hoy es domingo, padre...domingo 8.
- Sábado
- Domingo
- Sábado!
- Domingo, padre, domiiiingoooo...
- Maldita sea tu vida, bellaco! Levanta y desayuna! - repitió con un cabreo ya considerable Rufio, pegándole con una cebolla en la cabeza!
- Buenos días vecino! - se oyó desde fuera.- ¿No vais a ir hoy a misa?-
Rufio se quedó por un momento pensativo, se giró y salío por la puerta al encuentro de su vecino Mengote.
- A la paz de Dios, Mengote - saludó. Iba a preguntarle a qué se refería con ir a misa en sábado, pero no pudo articular más palabras cuando vió a su vecino arrastrando a su mujer con una cuerda al cuello, como si de una perra se tratase -. Se puede saber porque tratas así a tu mujer? La llevas a pastar al campo?
- La llevo así porque esta mañana se ha levantado llevandome la contraria e insistiendo en que hoy es sábado y tenemos que trabajar. Pero claro, hoy es domingo y hay que ir a misa, y la única manera de convencerla es llevarla ante el cura y que se lo diga el mismo. La muy testaruda no quiere entrar en razón.
- Hideputa, cabrón hijo de siete padres, te voy a delatar a la Santa Inquisición, bastardo! - le gritaba la mujer, atada con las manos a la espalda pero haciendo uso de sus pies para llenar de morados el muslo de su marido. - Me cago en la madre que te parió, no hace falta ningún cura que me dé la razón.
- Pero Mengote...tu mujer tiene razón, hoy es sábado.
- Lo ves? Rufio, patán!
- No, no. - Dijo Mengote un tanto confundido - Hoy es domingo. Vamos, seguro!
Al oír tanto algarabío, salió el hijo de Rufio.
- Que si, vecino, que vos teneis razón! Bien domingo que es!
- Tira tu pa fuera!- gritó Rufio a su hijo, por no variar, al tiempo que le pegaba con la mano abierta en la cabeza - Que vamos a ver al señor cura a la Iglesia a aclarar todo esto.
Y se encaminaron los cuatro personajes por la senda que atravesaba los campos, no sin dificultad ya que de vez en cuando se tenían que parar para apalizar a la mujer o cocear al hijo.
- Mira, desgraciado! - gritaba Cipriana - Mira como los Pelaez aran los campos!
- Pues que el diablo se los lleve! Mira los Díaz como van, como cada domingo, a Iglesia.
Cuando llegaron a la Iglesia, vieron una congregación a las puertas de la misma, discutiendo acaloradamente ante el señor cura.
- Domingo!! Hoy es domingo!! - decía un labriego - Sábado, villano, hoy es sábado!! - decía otro.
- Hijos míos, hijos míos...- intentó apaciguar el religioso - Hoy me he levantado y no he tocado las campanas para ir a misa porque...porque la verdad, no me acuerdo de si hoy es domingo o sábado. He mandado un chiquillo a palacio para ver si allí se acuerdan...aquí llega!
- Pater, Pater!!! En palacio confiaban en nosotros que nos acordasemos! Ayer tuvieron una fiesta y todos están con una resaca de tres pares de cojones!!! - **PLAFF**, sonó la mano del cura en la mejilla del muchacho - Nada de insultos ante la casa del Señor. - Se quedó pensativo durante unos minutos - En fin...habrá que ir a los pueblos de al lado.
Pero en el pueblo de al lado les dijeron que era sábado, mientras que en el pueblo del otro lado les dijeron que, tras unas terribles luchas internas, habían decidido que era domingo.
Y no era un problema local: desde hacía años, había pueblos que vivian dos días más adelantados, y otros una semana retrasados. Y como en la mismísima Roma no podían asegurar que día era, el Papa aprovechó para cambiar el Calendario y empezar a usar el gregoriano. A su vez, contrataron a un hombre para que llevara la cuenta oficial de los días, y otro más como back-up por si el primero fallaba, y en caso de discrepancia, le cortaban la cabeza a uno de los dos y contrataban a otro, porque ya hay que ser irresponsable como para que, siendo ése su único cometido en la vida, no saber que día de la semana es.
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