Soy del tipo de gente que gusta de navegar por aguas correntosas y nadar en ríos barrientos,
O sea confundir las cosas por un rato, para luego tenerlas claras para siempre.
Entrar al mar y llenarme de arena el cuerpo, cual milanesa, era mi juego favorito de niña, con el rato había dos opciones: volver a entrar al mar o sacarse la arena con arena seca. De ambas la piel terminaba más seca pero limpia, exfoliada diria alguna mujer dedicada al esteticismo.
Asi mismo entro en las amistades con los del otro venerable sexo. Me impregno de su presencia, seudo enamorándome del amigo, para luego decidir si me sumerjo en el amor, o me libero del enamoramiento con arena seca.
Lo divertido es que a todos les pasa algo similar en la contraparte, y no todos evitan el juego, muchos lo buscan como en una suerte de baile de cortejo, van, vienen, van y me besan, todo termina ahí o desde ahí se confunde hasta llegar al amor.
Esto no parece poesía sino reflexión, así mismo esos devenires no son amor, sino amistad.
El problema es que cuando esa tensión no fue rota en ningun momento por el infantil juego del beso por probar, su presencia en el aire me cohibe por años, poniendo a prueba mi decencia en momentos en que debe primar la cordura.
Buen dar con los experimentos... |