Indios

Era una vez un pueblo, érase una vez una tierra. Abya Yala se llamaba.

Era una tierra muy feliz, donde se comía el maíz, donde habían ríos y montañas, donde no existía ningún país.

Pero todo eso se acabó, cuando un tal Colón a la India creer llegó, mas nada sabía de la Abya Yala...que tipo más huevón.

Y trajo pestes y amarguras, una lengua y una Biblia, un Pizarro y un (des)Cortés, de animalitos nos trató, como si ellos fueran lo mejor.

Que el rey aquí, que el rey allá, que esto es de este otro y nada le pertenece a la gallada.

Descubrimiento del Nuevo Mundo llamaron a aquel cruel día. Dos mundos se encontraron en la escuela nos decían.

Qué dos mundos, qué descubrimiento; si acaso lo hicieron fue por encargo de una corona con muchos rubíes pero con pocas neuronas.

Indio te llamarás desde ahora y para siempre, frente a mí agacharás tu cabeza dijeron con mucha simpleza, como si el sol se tapara con un solo dedo, como si se pudiese dejar de respirar.

"Inche Lautraru, apumbi tapu huinca"

Huinca abusador, vete de mi Abya Yala, antes que despierte Amaru, antes que amanezca Julián Apaza.

Redundancias sobran...cinco siglos de silencio, cinco siglos de ira contenida, cinco siglos de sangre derramada.

Sangre hirviente y aguerrida, de mapuches y guajiras, de guaraníes y aztecas, que reviente la ira.

Los indios están en la India y esto no es clase de geografía, pero lo que estos hicieron aumenta mi porfía.

Ya verán lo que es bueno, es mejor que el gran genocidio, de eso no se acuerdan porque sólo saben decirnos indios.

Historia, tiempo, siglos, melodías de eternos gritos que reclaman y no perdonan, que retumban y no abandonan.

Indoeuropeos...¡oh! qué descubrimiento, también son indios aquellos que nos dieron escarmiento.

500 años de espera, 500 años de lucha que no están tras una capucha, que no tienen que ver con tirar piedras.

Somos hijos de la tierra...Indios, ¿no?, mire qué lindo.