Ella acostumbraba estar dentro de su casa mucho antes de que la Luna diera indicios de aparecer, estamos hablando aproximadamente de las 4 o 5 de la tarde. No podía verla ni siquiera en las casillas del calendario.
Varias personas sabían ya del tremendo miedo que le tenia a la Luna pero no se explicaban el por que. Se deprimía muchísimo de verla allí, tan pálida, tan fea, restándole belleza a quienes ella consideraba realmente lindas, sí a las estrellas, y se preguntaba como era posible que una cosa tan falta de gracia era la inspiración de muchos enamorados. Hasta le dedicó un escrito, se llamaba: “Ella, tal como un trozo de queso… hedionda y asquerosa”. No se lo mostró a nadie, pero más de alguna vez comento de la existencia de este. Y pobre aquel que se atreviera a contradecir su opinión, discutimos un día y… para serles sincera sus argumentos eran algo convincentes la Luna no es la gran cosa.

(ME DISCULPO DE ANTEMANO A LOS ADMIRADORES DE LA LUNA, Y NO CREAN QUE ME OLVIDO DE QUE PARA GUSTOS HAY COLORES. BESOS)