A menudo me pregunto si no se me endurece el corazón cada día que pasa.
Si no soy cada vez menos receptiva al dolor, tanto propio como ajeno.
Si no finjo que algo no me ha dolido por no mostrar signos de debilidad ante un potencial enemigo o rival.
Sino aguanto las lágrimas, bien de rabia, bien de impotencia, bien de tristeza, por demostrarme a mí misma que soy fuerte y que el dolor, es mi amigo porque es el único que me recuerda que aún sigo viva.
Me niego a seguir endureciéndome, fingiendo y aguantando.
Hoy me voy a deshacer de mi duro caparazón y voy a permitir a mi corazón que cicatrice sus heridas con aire limpio. Hoy voy a decir al mundo entero que me volvieron a meter el dedo en la llaga, y que me ha dolido y MUCHO; que he llorado, y MUCHO; y que estoy sufriendo, y MUCHO. Hoy voy a decir al mundo entero que me niego a seguir “disfrutando” de la leve y constante tortura de intentar que, al que quiero, me quiera. Hoy, por fin, me he creído que en esta vida se puede obligar a alguien a todo lo que uno desee, menos a una cosa, a que le quieran. Hoy voy he terminado de aceptar que ÉL jugó conmigo sin que quisiera, y que ha vuelto a jugar conmigo porque quise. Hoy …
Es inútil. Hoy he decidido que lo amaré por siempre. Suya por amor y sin condición.
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