A mi padre, siempre ávido de conocimiento.
“¡Cuarenta grados a estribor! ¡Inflad la escandalosa, revisad los palos de mesana y trinquete!, ¡Los cabos, no olviden revisarlos! ¡”L´Archeron” es nuestra, Señores”!”- decía el Capitán Inglés del navío.
¿Cuántas veces habré oído las frases de esta película? Muchas, sin duda, pero las volvería a escuchar mil veces más; y es que siempre que he visto esta película lo he hecho en compañía de mi padre. Es increíble cómo disfruta con esta película. Sostiene que él se equivocó de siglo al nacer, que le hubiera encantado ser capitán de barco en esa época, cuando primaba más la sabiduría y la experiencia que el poseer mejor barco o cañones. Cuando atravesar el Cabo de Hornos era pura supervivencia, ya que a bordo de un “corcho flotante” es difícil luchar con las olas de casi 15 metros y la furia de dos grandes titanes, llamados Atlántico (frío, calculador, hiriente) y Pacífico (cálido y desmesuradamente apacible).
El calcular los nudos, la orientación y mantener el rumbo firme era una ardua tarea, contando con las incompletas cartas de navegación y la inexistencia de artilugios hoy en día indispensables. ¿Cómo sorprender al barco rival? ¿A qué distancia disparar los cañones y con qué inclinación para hacer mella en el enemigo? ¿A quién encargar que eche abajo el palo mayor? ¿Cómo mantener a una tripulación unida? ¿Cómo hacer que te respeten sin llegar a ser odiado?
Se necesita maduración en la decisión, una mente serena, un carácter fuerte pero afable y sobre todo, sabiduría y capacidad de observación.
Bien, mi padre bien podría haber sido capitán de barco, reúne las facultades necesarias… pero entonces no sería mi padre.
Admiro a mi padre, y mucho; ha sabido quererme, educarme, inculcarme valores, escucharme, animarme y apoyarme, aconsejarme, regañarme y hacer de mí alguien con principios, independiente y amante de la cultura (“la cultura: ESA, esa será mi herencia”). Ciertamente, para no enseñarle nadie a ser padre, he de reconocer que su trabajo es inmejorable.
Es persona de lectura de divulgación, de emplear su tiempo en adquirir conocimiento de las materias más diversas, no es temeroso de reconocer que no tiene ni idea de determinados temas y de no amilanarse a la hora de preguntar acerca de ellos, es buen oyente y buen orador, apasionado de los animales, el motor, la vela, la pintura, la arquitectura, la medicina, la música, la… en fin, es tan apasionado por tantas cosas que su curiosidad no tiene fin.
Grandes conversaciones han acaecido en el salón de casa, grandes conversaciones “tan té con pastas” que JAMÁS, y lo digo con la barbilla bien alta, las sustituiría por nada.
Sin duda, mi progenitor, además de padre, es MAESTRO Y COMANDANTE de mi forma de ser y mi vida.
Gracias de corazón.
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