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…continúo manejando. Pienso que a veces lo hago por simple inercia. En este momento, mi vista, mi mente, mis sentidos, se despegan de la pista, obviando la responsabilidad y pintando el rompe-muelles que se acerca, como si este fuese plasmado por mi impredecible imaginación. Es sorprendente a veces cómo, al pensar en una idea, puedes pasar a otra en la más mínima fracción de segundo sin darte cuenta. Cual conversación de mitos griegos: es imposible comenzar a relatar uno sin caer accidentalmente en otro y en otro y en otro. Esta era una de esas veces.
Como consecuencia de pensar en dicha inercia, caí en picada hacia la rutina. En esta ocasión en especial, me sentí como si estuviese en una rutina sumergida dentro de otra. Fue distinta a las demás. Siendo controlado por el día mismo, por una fuerza más allá de mi lucha y muy lejana a mi poder. Siempre que termino errando en estos temas, una cólera inmensurable se apodera de mi existencia. Debe ser por la propia naturaleza humana, aquella que dicta que todo hombre desea ser dueño de su propio destino. Por otro lado, creo que, al mismo tiempo, se trata del sentido de independencia que uno busca y necesita, sensación proveniente de su más puro estado salvaje.
Como si despertara de un sueño, mis ojos ya abiertos se abrieron nuevamente de un hachazo. Mi mano izquierda se elevó un par de centímetros del timón. Levanté la mirada un tanto alterado. Vi por el espejo. “¡Bache de mierda!” –exclamaron mis dientes.
No deseaba caer otra vez en la sensación de sentirme controlado. Lamentablemente, sucedió con demasiada facilidad. En el fondo del abismo, toda esa rabia se genera del más profundo aburrimiento. Verlo, escucharlo, tocarlo. ¿Qué está pasando?... Otras 24 horas de lo mismo. Hace tiempo que no me guío. Hablando en serio, abriendo las puertas de esta especie de sueño, grito por dentro con la esperanza de que un dios invisible me escuche y detenga la monotonía. Es una de esas veces en las cuales simplemente quiero que se abra una grieta en el suelo y me succione a otra dimensión sin importar que sea paralela o no a la mía.

Volviendo a este mundo interno de tejidos y huesos, solo me queda dejarme llevar, pero no sin antes luchar nuevamente. Luchar contra aquel demonio que me hace creer sin dudas que el fuego de mi furia por lo nuevo, lo conocido y lo que llegaré a conocer se está apagando entre chasquidos y chispazos, como si la madera todavía estuviera húmeda. Al final, todo converge en una combustión espontánea. El caer en picada hacia el mar, la impotencia de no poder superarla en el minuto adecuado, el dejar que me engañe y me haga recordar, con desprecio, que soy un simple mortal. La frustración llega a despertar una fracción del asesino escondido que revuelve esta desprotegida conciencia. No puedo negar el haber querido que suceda; que todo mi ser estalle, únicamente para experimentar algo nuevo, por más fugaz que este fuese. Por suerte, no se ha extendido, desintegrando mis pensamientos, ya que, como ordena mi estado de ondas delta, tengo que volver a mi fiel lecho de espadas y plumas para poder darles gusto y reunir estrellas, con el fin de poder luchar con ella -endemoniada rutina- en alguna otra oportunidad en que al destino le parezca placentero. Ojalá no sea mañana…pero si es así, la estaré esperando.

"Te veo, te observo y te pongo a prueba. Sí, a prueba. Tienes que demostrarme que mereces quedarte con ese espacio…tu espacio. Ni te imaginas las cantidades de almas que tengo en lista de espera que quieren experimentar tu mundo, y otras tantas que desean regresar para cumplir lo incumplido. Pero volviendo al tema y respondiendo tus voces, no lo considero placentero, aunque a veces sí es algo divertido analizar tu desesperación y las fantasías internas que elaboras; todo envuelto en tantas preguntas y proyecciones dictadas con la misma lista de palabras usadas una y otra vez. Lisuras, creo que las llaman. Tu imaginación a veces alcanza límites galácticos. Al igual que tu inocencia. “¿Cómo…pretendes no enfrentarte con ella mañana, y pasado mañana, y el día después a ese?” Es casi patético que lo pidas. “¿Todavía no lo entiendes, no?” Tienes que reinventarte, saber evadirla, despistarla. Así me demuestras que quieres seguir en esta canción: tu vida. Esa es la “prueba” a la que tanto me refiero.
Mejor duérmete por hoy…que ya me estás aburriendo un poco."

Tengo que hacer algo con esta cortina. Más que cumplir su deber de cubrirme contra los malditos rayos, sirve como un colador gigante. Un dardo de luz atraviesa mi párpado izquierdo. Qué manera de despertarse. Es cierto que, además de ser nocturno, soy un ser solar, pero nunca es un encanto comenzar el día con un ataque como este. Suena un poco contradictorio, lo sé, pero con decir “solar” me refiero al verano. Mágica estación de colores vivos y prendas cortas, la cual espero al borde del colapso. En fin, el cubrecama está comenzando a funcionar como manta térmica. Sudar desde tan temprano no pone de buen humor a nadie, y esa sensación es la que menos necesito por el momento.
En una hora voy a tener que estar sentado dentro de una celda con otros treinta zombis, cuyas vidas me interesaban tan, pero tan poco, que podría venir un tornado, llevárselos a todos, y yo ni cuenta. Mis ojos clavados hacia el panel del proyector, escaneando todas las micro-palabras que aparecían por obra de algún efecto dinámico, y escuchando a esa vieja loca como todos los lunes. La computadora puede ser un beneficio para la educación, pero esta señora con complejo de coronel militar le había encontrado un excelente uso como herramienta de tortura. Dos horas más de lo mismo, divagando en visiones y preguntándome interminablemente si estoy haciendo lo correcto o si ya debería haber cambiado de camino hace un tiempo. Y la rutina, otra vez, haciendo lo que mejor sabe hacer: poniendo en claro lo miserable que mi alma se puede sentir. Era imposible…

"Si sabías que era imposible, ¿por qué rayos tenías que pedirlo? Por lo visto no entiendes que jamás te vas a librar de ella. Definitivamente, no comprendo cómo lo cuestionas, pero lo que sí no cabe en mi etérea existencia son tus ganas de volver en este preciso minuto hacia esas dudas ya difusas. O mejor dicho, supuestamente difusas. Esa época de introspección ya la has tenido. La necesitabas y la tuviste. No me la pediste, pero igual te la di. Y bien sabes que hiciste lo que te dio la gana. Yo sé mejor que nadie que no fue fácil, ya que, para encontrar respuestas de esa magnitud, necesitas incrementar tu grado de curiosidad. Más allá del nivel que tu naturaleza te impuso. Las puertas no se abren si no tienes manos, sabes.
En el aire es imposible que te encuentres en este momento…"

…la respiración se me congeló en un segundo. De aire mundano y vital, lo que inhalaban mis pulmones pasó a ser ladrillos de hielo seco. Raspaban, dolían. Sus palabras entraron cortando el tímpano y lijando mi razón. No podía creerlo. Me rehusé a creerlo, fue totalmente inesperado. “Esta pesadilla es demasiado real” –pensé con los ojos algo desorbitados, queriendo romper el dique que les impedía mostrar sus lágrimas. Todo esto era irreal…tenía que serlo. Hace dos días me di cuenta de algo que le había prometido a mi conciencia no aceptar. Algo de lo cual decidí escapar desde aquel día que asimilé ese capítulo de mi vida que costó tanto cerrar. Sabes bien de lo que estoy hablando.
Por un lado, lamentablemente estaba ocurriendo de nuevo; por otro, mi alma no podía sentirse más viva, encendida. Mi corazón, el cual creía acorazado, se había rendido ante la magia de una Venus que habita a cien años luz de mi guarida. Venus que posee un tipo de encanto en el cual creí que no iba caer nuevamente; al menos por un muy largo tiempo. Mientras miraba sus ojos de luna, hinchados al igual que los míos, mi fuerza caía en espiral. Yo y todo lo que me conforma se encontraban desconcertados. Soltarla era la única opción que no existía en mi cabeza. Sabía que si la soltaba en ese momento era muy posible que la fuese a perder, y que el beso que tenía pensado darle en un minuto y medio sería el último por un largo tiempo…o por el tiempo que tú injustamente creas conveniente. Sus labios volvieron a envenenar los míos. Volví a clavar mis ojos en sus ojos como si fueran dos lanzas de hierro atraídas por el imán más potente del universo. Con esa acción di media vuelta y me dirigí hacia la puerta de metal que se hallaba a unos metros. Mi cuerpo, manejado por piloto automático, iba rumbo al carro, pero todo mi ser seguía frente a ella, contemplándola con la mayor de las admiraciones y deseando que todo fuese una imperdonable mentira.
En fin, todo ha sucedido de la manera más inesperada posible; contradiciendo todo lo que yo no deseaba que suceda. “¡Maldito destino!”. A veces me siento tan impotente ante tus reacciones y decisiones. Claro, para suerte mía escuchaste -o te hicieron escuchar- mis llamados pidiendo que desaparezca el demonio que me agobia. Sin embargo, no esperaba que llegases a actuar así. Siempre te gusta ver que termino en desdicha. Sea de la manera que sea, me empujas invisiblemente hacia el infortunio. No son nadie para jugar con mi vida, mi camino ni mucho menos mi amor.

“¿Realmente crees que no podemos?” Despierta y date cuenta que lo venimos haciendo a nuestro parecer por más de mil siglos. Nosotros producimos esos sentimientos, sensaciones, reacciones, todo lo que proviene de ti…inclusive ese saco de sorpresas al cual llamas vida. O esa prisión, como a veces la consideras. Antes que nada: “¿Cómo es eso que “no somos nadie”?”. Somos mucho más de lo que jamás te imaginarás. Nuestra fuerza y nuestra gracia van más allá de tu patética proyección. Tú eres una simple y minuciosa pelusa; partícula insignificante, la cual creamos para nuestro deleite y diversión. Siendo uno inmortal se llega a conocer el real aburrimiento. Ya lo hemos visto todo, lo hemos vivido, lo hemos probado. De ahí provienen ustedes. Su origen es nuestro aburrimiento, pero bueno, no pretendo que lo entiendas. Al final, sigues siendo un sencillo mortal. Así que ándate acostumbrando y acepta lo real. La vida tienes leyes, códigos y normas que la sostienen y le dan forma. Además, ese tipo de comentarios, francamente, me disgustan un poco. Por lo tanto, estando tú bajo mi cargo, te recomiendo que los dejes de lado. Créeme, te conviene. Si piensas que esas combustiones son lo peor que le pueden suceder a tu victimizada persona, entonces no tienes la menor idea de lo que puedo ser capaz de hacer. No me tientes."

A veces hasta yo me impresiono de mí mismo. La inspiración proviene de todos lados; todo lo que me rodea, me afecta, me influye y me apega a todo y a nada a la misma vez. Funciona a cualquier hora, en cualquier lugar y bajo la circunstancia que sea. Es algo indescifrable que está de más intentar comprender. Algo inestudiable, como podrán haberse dado cuenta. Apuesto que nunca se habían sentado a reflexionar acerca de este poder. Volátil, efímero e inesperado: las características que, creo yo, más la describen. Sin embargo, del mismo modo que algo, ya sea sensación, sentimiento o persona, puede producirme una desbordante inspiración para la creación de una obra, para otras cosas no me inspiran ni un carajo. Por lo general, la inspiración aflora para aquello que me apasiona crear, y no para lo que estoy obligado a hacer (digamos “obligado” para que entiendan que tengo que hacerlo, ya que, hablando en serio, a esta edad hay muy pocas cosas que en realidad esté obligado a cumplir).
Para suerte mía, tengo una relación muy apegada con ella. Desde hace siete abriles vive siendo gemela a mi alma. Posiblemente, le parecí buena persona, con un “je ne sais pas” deseoso de explorar. Sea como sea, me escogió y desde entonces hemos vivido juntos. Claro que se toma sus descansos –para así decirlo– lo cual es totalmente comprensible, ya que, por más facultad divina que sea, puedo llegar a desesperar a todo aquello existente en esta realidad como consecuencia de mi alto nivel de incoherencia: ciencia y pasión la cual practico a diario. De cualquier forma, todas las veces ha regresado a mí a formar parte de esta compleja maquinaria en la cual se ha visto tan utilizada y tan necesaria para acompañar lo que considero un talento. Es una palabra tan sencilla, que sienta tan bien al pronunciarlo, pero que carga una fuerza indescriptible que abastece a la creación de cosas tan maravillosas e inimaginables. Principalmente reflejadas en forma de música. Notas, palabras, rimas, acordes. Avanzan por su lado o se fusionan en lo más inesperado del tiempo para terminar en melodías tan pasivas como la arena o tan desenfrenadas como un tren sin control. Acepto que a veces la sensación de superioridad es casi innegable, pero la mayoría de veces trato de llevar todo esto de manera modesta…tú sabes, siempre tranquilo.

"Deberías agradecer que poseas esa cualidad que muchos añoran pero pocos realmente descubren. A veces pasa lo contrario, la tienen de sobra, pero no la desean o jamás se dan cuenta que la tienen dentro, como un cartucho de dinamita pidiendo permiso para poder explotar. Tú crees de verdad que “ella” te escogió…cuando en realidad yo la mande hacia ti. Iluso. Fue gracias a mí que fuiste encontrado. Claro es que ella espera a las personas indicadas que lleven dentro de ellas alguna cualidad digna de explorar y desarrollar para el embellecimiento de este mundo, pero si yo no la llegase a guiar, sería imposible que vea la dirección hacia su nuevo huésped. Además, tú mismo la llamas “divina facultad”. Entonces, ¿qué parte de “divina” no te queda claro?” Si es divina es porque proviene de nosotros. Seres supremos, como espero que ya te hayas dado cuenta. Seres superiores a ti y superiores a cualquiera. Al menos, por ahora no te tortures dándole vueltas a los mismos temas. Sigue así. Continúa divagando en tu subconsciente y analiza todo lo que procesas y digieres de lo que te rodea…como siempre has hecho. Voy a irme por un momento, ya que no eres la única mascota de la cual me tengo que encargar. Trata de no aturdirme por unos minutos al menos."

Dicen que la imaginación es la salida más cercana, el escape más sencillo de esta prisión invisible. Pero cuando las cosas no resultan como uno espera, suele pasar que todo estalla de repente en una incandescente combustión espontánea. Como verán, tiendo a caer en esta situación. Podría parecer que ya se ha vuelto costumbre en mí…¡Nó, jamás! No hay forma que acepte esto. “¡¿Qué diablos estoy hablando?!” Es algo que no va a suceder. Nunca va a existir el día que me rinda ante la rutina y que me deje dominar por este intolerante y manipulador destino. Mi cabeza hierve como una olla a presión por el simple hecho de sentir estas ideas navegando entre mis neuronas. Las fantasiosas imágenes del viaje se esfumaron como un espíritu errante en el horizonte. De nuevo soñando despierto. Desapareciendo con una diminuta pluma marfil que escapó de mi almohada para planear por los límites del cuarto. “¡Qué bestia…me encanta ser tan despistado!”…y como suele suceder en estas ocasiones…no tengo idea de lo que estaba diciendo antes de despegar. En fin, tengo tanto dentro que para pensar no me hace falta recordar. Hoy, la sensación de seguridad me ha envuelto como no había sentido antes. Sin embargo, es una tibieza que no dura tanto como me gustaría. Ellos están presentes…siempre. “¡Claro, ya me acordé por dónde iba!” Ustedes serán mis enemigos de por vida y mientras continúe mi corazón palpitando, mis ojos abiertos y mi alma irradiando truenos, juro por los cuatro vientos que me esforzaré para hacerles la existencia prácticamente imposible. Ustedes se la buscaron. Pero es extraño. Siento que algo me abruma en paralelo. A veces canto que las cosas están más transparentes. Que todas esas pequeñas, gigantes, enigmáticas y tan explicables preguntas destiladas desde el fondo de esa llama azul que flamea en el centro de mi esencia tornan sus colores opacos y casi borrosos para empalmar cada vez más con las tonalidades indescriptibles de mi aura. Aunque parece que las cosas mejoran y puedo entrar en un nuevo estado de paz, no es así. Al mismo tiempo, todo se complica más. Es como si la claridad y la niebla fueran de la mano. Bajo lentamente la ventana. Hoy me siento algo desganado. Ya me había cansado de estar chorreado en la cama. Necesito distraer mi mente. Es como…como si me hablaran otras voces además de las mías. Conozco de sobra el decibel de mi voz y la de mi otro yo. Ya me acostumbré que mi conciencia tenga vida propia. Me llamó la atención lo decadente que estaba la mañana. Era un color gris tormenta. Felizmente, las elocuentes estaciones que invaden la radio a diario no estaban tan comerciales y pude sobrellevar la situación. Estoy harto de dirigirme por inercia. Las notas rebotan contra mí como si fuese un tambor. Pero lo extraño seguía…esta vez no era solo la música y ni el infinito efecto cósmico podía tapar lo que me convergía por dentro. Esto no es locura. Alguien me habla y no soy yo. “¿Abuelo?” –dudé por un instante. “No, no creo” -me respondí al segundo, “jamás lo escuche hablar, solo chupaba y chupaba”.

"Yo soy tu dueño, y soy tu destino. Soy tu destino y a la vez tu dueño. Soy la misma energía para las dos. Soy la misma voz en ambas. Simplemente, así son las cosas. Me vas a escuchar por siempre. Con cada primavera, cada noviembre y cada llovizna. Me vas a escuchar. Acéptalo de una…vez y corta esta patética auto-tortura. Siendo mí creación me avergüenzas. Eres tan ingenuo, tan débil."

Parece como si todo volviese a la normalidad repentinamente. Y al decir “normalidad” me refiero al comienzo. Es como si todo retornase al principio. Vueltas y vueltas es lo único que entiendo por ahora, lo único que dibujo y el único camino que me trazo. Me recorre un torrente de lava hirviendo, como si acabara de hacer alguna locura, teniendo como maestro una botella de mezcal. El calor llena y se propaga con rapidez. Con rapidez también comprendí lo que estaba apunto de suceder. Estaba apunto de estallar en una inmensurable combustión otra vez. Combustión espontánea con la que temo algún día desaparecer sin dejar rastro. “¿Esto es un deja vu acaso?” Vuelvo al comienzo de mi lucha contra el demonio. Estoy de nuevo manejando, casi a la misma hora, pasando por el mismo camino que me hace recordar a alguna calle perdida en Europa; como veo en las postales y en fotos de la familia. Es inevitable. Otra vez mi cuerpo rindiéndose a la noche y mi mente cayendo en picada desde nubes y estrellas fugaces para sucumbir ante esta explosión. Y ya sé que eres tú. Ahora es más claro. Todo esto es obra tuya y lo peor del caso es que no puedo hacer absolutamente nada. Soy una rata dentro de un laberinto eterno. Un peón más en tu tablero.

Texto agregado el 22-05-2006, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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