Mi corazón te abraza a la distancia
y mis palabras llegan a ti
con la frescura de la mañana.
Una brisa suave es la encargada
de hasta ti llevar
la sombra insaciable de mis labios
mientras que, sobornado, el sol
acariciarte hace en mi nombre.
Canciones que yo mismo escribí
un pájaro canta para ti
y las lagrimas por ti vertidas
son de las rosas más hermosas roció.
Y así es como te amo ahora que amenazas
con para siempre caer en el olvido.
Pero yo a ti, olvidarte?
Nunca, mientras pueda recrearte.
Observando la inexplicable gama
de un atardecer por un segundo veo tus ojos,
en el océano, sereno, tan glorioso,
la calma y la paz que en tu vida portabas.
Tu belleza, la más gloriosa de toda la tierra,
en la limpidez y claridad del azul cielo,
y en esas impiadosas tormentas
tu increíble fortaleza interna,
mientras que en el algodón de blancas nubes
la suavidad de tu piel aterciopelada.
Las estaciones, otoño, primavera,
y es en tu vientre donde la vida se renueva.
En sus fases la sensualidad de la luna
de tu cuerpo de mujer representan las curvas,
y es en el rojo inocuo de la sangre
donde recuerdo de tus labios a miel el sabor.
¿Qué pueda yo necesitar que hoy no lo tenga,
dentro de mi mente, corazón, sueños,
o en la misma y gloriosa naturaleza?
Y mi imaginación ganó la batalla,
ya es la realidad irrelevante,
hasta que al fin, en un momento incesante,
vuelva a tenerte, tan solo por un instante.
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