Tus domingos.
Ahora que tus domingos están llenos de risas y los míos olvidados, te miro y veo en tus ojos de papel
la melancolía de las imágenes acurrucadas en un rinconcito de los recuerdos que por ahora solo deben
ser tuyos, y entonces comprendo que nunca mas podrás ser libre.
Nunca más tendrás la ausencia de cadenas para poder expresar tus sentimientos y dejarlos volar
a boca llena.
Una ves te ame, otra te deseche, otra ves te amo y mi alma no deshecha mas, espera.
Por tu tiempo, por lo que me debes y lo que olvide darte.
Yo no tengo palabras para explicar que paso, se y esta debidamente entendido que la jaula
imaginaria permitió la entrada de ratas oportunistas que con imágenes casi perfectas te obligaron a
volar. A buscar horizontes que ya trazaron otros, que ya caminaron otros que ya hicieron los deleites de otras bocas, otros besos, otros amores.
Nada puedo contra eso, solo esperarte. Presentir el sol en los recuerdos.
Imaginarme tuya como siempre, limpiar los restos de mi cama y dejarla pulcra y aseadísima, esperándote.
Quisiera cambiar por el tiempo de los tiempos la palabra “esperándote” borrarla de la historia de la humanidad.
No otorgarle ningún privilegio de existencia, de recuerdo, de nostalgia, de vida, de nada.
Entonces no seria lo que es, ya no esperaría, seria parte de tu vida, sin distancias, sin dolores, con futuro.
Una vez, me atreví a soñar, lo hice en silencio, con reservas, para no invadir, para no molestar.
Nadie me enseño que los sueños se comparten. Yo lo intente sola, me forme sola, luche sola y aprendí mucho sola. No lo suficiente todavía.
Nunca supe que había más para aprender y que lo incorporado con el tiempo se modifica.
Y viví, el amor, la ilusión, la esperanza, las alegrías como únicas. Pero el tiempo golpeo fuerte y muchas veces mi puerta. Me llevo el amor, la ilusión, los seres amados.
Nadie me aviso que los abuelos se mueren primero, los padres después, los hijos nos entierran.
Nadie me dijo porque mis padres se murieron después que mi hijo, cuando debió ser al revés.
Nadie me beso en la mejilla cuando mi amor también murió.
Nadie me explico que podía enamorarme de nuevo y mucho mas intensamente, como lo hice.
Ninguna persona en este mundo se ocupo de advertirme que la entrega total ni existe.
Y yo, me entregue totalmente, me embargue en el mismo crucero, vestí con mis anhelos, idolatre en silencio, le di galas y alas al amor que nació despacio, casi imperceptiblemente.
Ame. Como a nada en este mundo, ame como a un Dios, ame sin reservas pensando en mi interior, muy en mi interior, que me comprendían y me amaban de igual manera.
Me equivoque.
A mi amor le faltaban puntos y comas, para quien lo leía.
Y juro que me gaste poniéndolas, para que la lectura fuera, fluida, sincera, verdadera, única y fiel reflejo de mis sentimientos. Pero no le llegue al alma.
No alcanzo el amor, o quizás las palabras, o quizás las prendas eran muy estrechas y el estar vestido de gala con mis ropajes ahogaba.
Y el amor decidió ser libre.
Leyó otros versos que se ajustaron más a su necesidad, a sus sueños, a su futuro.
Cruzo el mar, dejo el río de aguas mansas y se metió de lleno en la sal de la vida, se baña hoy en el mediterráneo, en brazos de aguas profundas y exigentes de un gran poderío físico y mental.
Esta haciendo equilibrio entre el hoy y el ayer.
Con un pie se moja en salado mar y con una mano acaricia el río tranquilo que esconde en su más recóndito rinconcito del corazón.
Y yo aquí. Llena de lágrimas muertas porque ya se derramaron y se colaron entre mis pechos, descendieron hasta el pubis y mojaron su entorno como recordándome los besos húmedos de su boca y el curso de sus labios a mis deseos.
Y yo aquí, esperándolo, deseándolo, mimándolo con mi presencia, perdonándolo, y soportando el tiempo que se empeña en pasar rapidísimo para alegrarme la vida y alimentar esperanzas.
Yo aquí, gritándole que lo amo, como siempre, en silencio y reprochándole que no haya podido descubrirme a tiempo con las caricias y las palabras.
Rogando que me escuche y esta ves si me entienda.
Que aunque la distancia es mucha la piel aún nos siente abrazados en el recuerdo, besándonos y mimándonos al calor de los cuerpos desnudos y amalgamados en el mejor acto de amor.
Y yo aquí, diciéndome que ya es tarde.
¿Ya es tarde?
Solo escucho mi respuesta.
“Yo te amo”.
Perdón si no supe hacer que lo entendieras.
Latidos ®
21-05-06
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