Me colmas, me elevas al universo de caricias audaces, el perfume de tu cuerpo se esparce por el cuarto, tu figura se refleja en mi córnea, amarte seria muy elegante, tomarte entre mis brazos eso es lo que quisiera, recorrer tus flamantes labios, volverme lunático en tus pechos, perderme en tus piernas con cada suspiro excitado, el deseo es insignificante, para el placer de tenerte es lo que anhelo, es la razón por la que le ofrecí mi alma a un dios pagado.
La noche sigue su curso, el brandy, la música, solo dos almas, y una cama, la locura del momento nos envolvía cada vez mas en ese provisorio futuro que nos apunta con dedos dormidos en el tiempo, que por fin tu cuerpo despertaría aferrado al mío por la eternidad.
Gabriel Briceño.
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