El tío
Siempre quise a mi tío, fue tan especial conmigo, recuerdo que fue le primero que me emborrachó siendo todavía una niña, por eso mi madre lo odiaba, esa noche cuando vomitaba hasta las tripas casi metiendo mi cabeza en el inodoro, mi madre se paseaba indignada “pervertido, pero tú nunca llevarás sus vicios”, para esa época no entendía las palabras de mi madre, como tampoco entendí cuando iniciaba el sexto grado que lo hubieran matado, lo tiraron como un perro al río Medellín y yo fui a verlo, lo que más me impresionó fue que su cadáver estaba sin sus bellos ojos azules, según me comentó un hermano se lo sacaron los gallinazos madrugadores que van a picotear a los islotes de basura que se forman en el contaminado río Medellín, pobre tío nunca entendí porque lo mataron por ahí entre paredes escuché que mi madre llorando decía que así acababan todos los que se metían con la mafia, pero yo lo quise, fue le único que me hacía caso cuando era una mocosa y nunca olvidaré sus chocolatinas y la sonrisa cómplice el día que mi madre, no pudo ir a la una citación de la directora de grupo y la reemplazó mi tío porque no había nadie más que se le midiera a escuchar las diatribas de una amargada profesora que llevaba los conflictos de su hogar para desahogarlos con las alumnas, la escuchó con paciencia, firmó la ficha como padre de familia y me dijo al final “tranquila Daniela que las quejas de esa amargada nunca las conocerá tu madre”.
Esa día lo vi en el ataúd y me retiré sorprendida juraba que se reía conmigo y esa noche soné con él, me decía Daniela siempre te acompañare, conmigo puedes contar siempre, luego me hizo una proposición insólita que me fuera con él, yo le respondí en mis sueños, que debía terminar mis estudios, que sólo tenía once años y que quería mucha a mi mamá, pese a lo cantaletosa y que no me dejaba todavía arrimar ningún muchacho, porque según ella todavía era una niña, lo que no sabía ella pero si lo sabía mi tío, era que yo ya había atado mi corazón infantil a Lucas el hijo de Marcela, entonces con esa comprensión que siempre había tenido hacia mí me dijo: “te comprendo, pero lleva siempre este recuerdo de tu tío” y me entregó en esa atmósfera mágica de los sueños un anillo.
A la mañana siguiente cuando desperté sorprendida me di cuenta que tenía en mis dedos el anillo, que me entregó en sueños mi tío y como nadie me cree esta historia, solo miren el anillo por eso lo traje conmigo, porque es la evidencia de mi historia, aunque muchas digan que yo estoy loca.
William H Ramírez P
2006
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