Ahora se,
fueron falsos momentos aquellos,
que insistieron con obsesiones,
de maltratos melancólicos.
Atardeceres tristes y soñadores,
me obligaron a ver luz por oscuridad,
me obligaron a ver amor por amistad.
Caminar por decepciones es triste,
observaba y pensaba,
y nuevamente la imaginaba,
estaba solo otra vez.
El sol no me contestaba,
y el viento intranquilo se burlaba,
de aquel joven condenado,
por amores incomprendidos.
Entonces la vejez de aquellos días comenzarón a florecer,
fuiste tú risueño amanecer,
la que me obliga a contemplar,
la simple belleza de tú existir.
La tristeza ya no abunda,
más bien es alegria,
y fuiste tu ilusión desconsiderada la que al fin fallecio,
y fuiste tu sinceridad la que por fin me hizo creer.
¡Ver la luna cuando ella me mira!
¡sentir la noche cuando ella me toca!,
y ya no soy yo el de aquel grito desesperado,
sino que somos nosotros quienes lloramos de felicidad.
Es así,
pues la verdad al fin nos ha llamado,
convirtiendo el más hermoso de mi sueños,
en ti, mi más sensible realidad.
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