- No trolo, no amo a mi tí¬o el pelado, uy que mal que sonó eso...- bromeó mariana, haciendo caso omiso de la presencia de la señola mayor sentada al lado suyo en la sala de espera.- tengo unas ganas de fumar marihuana...hablando de eso, ayer, creo que fue ayer, le dejé un mensaje a mi ex, diciéndole que tení¬a ganas de fumarme un faso con él jajajjajajja, ojo, cero ganas de verlo ni nada, es que perdí¬ la punta del ovillo de hierba y sé que es muy probable que él tenga, y si no tiene es porque está escaseando mucho...y hoy me llamó y luego de una charla un poquito patética, porque viste cómo es Sergio...es muy pendejo y bueno, sale con....con esas idioteces de pendejo, una especie de visión acerca de la vida y de la realidad que es para llevarlo directo a un psicólogo, además estudia psicologí¬a y no le gusta....y no cree en la psicologí¬a, o sea....SAY NO MORE...entendes loco?- me preguntaba sin dejarme responder, sin dejar de decir palabras que yo oí¬a y también escuchaba, porque, a pesar de que es egocéntrica y no deja de hablar un minuto, me encanta, e incluso, creo que me estoy enamorando...- en fin.......por dio', yo estuve con cada uno, que minita imbécil, eh...bueh, te sigo contando, me dijo que hoy pasaba por acá....ojalá que tenga hierbaaaa....o que podamos conseguir mañana, yo soy así¬, por épocas, cero ganas de fumar y por otras, me vuelve el vicio......
Mariana se dio cuenta de que la vieja sentada a su lado escuchaba todo y nos miraba algo espantada. Yo temí por la señora, porque Mari es de esas personas que no se guardan nada, y más de una vez tuve que calmarla en uno de sus ataques hacia cualquier persona que nos mirara aunque más no sea al pasar. Ella comenzaba diciendo un "qué mirás?!" bastante prepotente y si su interlocutor osaba seguir mirándola, yo tení¬a que agarrarla de un brazo para que no se lanzara contra aquella pobre persona que miraba perpleja la situación desde afuera.
Pero esta vez no fue así¬. Mariana la vio, y luego siguió mirando el vací¬o durante pocos segundos, como recordando algo, viajando dentro de su cabeza, pateando recuerdos que la molestaban.
-eh... al final me llamó tipo nueve y pico y me dijo que fuera yo a la casa, así¬ que me fui, rogando que tuviera hierba, que no estuviera la madre y pensando que al menos salí¬a un poco del encierro de la pensión.- ella vive en la misma pensión en la que viví¬a yo cuando nos conocimos, un antro lleno de cucarachas, pero barato y bastante tranquilo.- Llego. Ausencia de madre. Chico con el pelo re crecido, tomando birra - aaagh...odiaba cuando se poní¬a a enumerar las cosas de esa forma en medio de un relato, era una forma muy suya y muy varonil al mismo tiempo. - (signo de que la vieja no estaba o de que ahora le permití¬a el libre consumo de alcohol en la casa, algo meramente imposible). Efectivamente, la madre no estaba, habí¬a concurrido a un concurso en la calle Balcarce con su novio - enfatizó las palabras "concurrido" y "concurso", y subió sus cejas, poniendo aquella cara de extrañamiento que tanto me gustaba. - Fuimos a su pieza, un kilombo, no tení¬a música el pibe, un garrón, pero bueh, por lo menos empezó a armar. Fumamos. El pibe se jactaba de su locura, su superación del al mundo y a los "seres humanos normales" que según su visión, son burgueses y tontos...sigue pensando que la carrera es una mierda, pero que en un futuro al menos va a vivir de arriba o algo así¬...no sé, se debe imaginar recibiéndose de psicólogo y que al instante le llueve (literalmente) un consultorio y 40 pacientes - me imaginé al tipito saliendo de la facultad y un consultorio cayendo del cielo, con un diván, un sillón, y unas personitas-pacientes dispuestas a hablar de su ser con él...- Luego de hablar un rato fumados, mirando el cielo (?), me preguntó por mi vida amorosa, y si estaba soltera y le dije que no, e incluso con el correr del humo, me puse algo tonta hablando de que el amor te hace ver todo más lindo y llegando a la conclusión de que el tiempo es el concepto a partir del cual se nombran todas las cosas, o se definen. Luego caí¬ en la cuenta de que esa frase recontra inteligente que me habí¬a susurrado el faso, era una versión barata de "el tiempo es la medida de todas las cosas"...lo que me hizo re-darme cuenta al instante de que todo ya...
- Sampedro!- la enfermera nos llamó, y Mariana volvió a la realidad del hospital cuando me paré repentinamente y empujé su silla de ruedas hasta el consultorio.
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