Es lo peor , no sé en qué escala. Pero es lo peor. Los parámetros pongalos usted, esa es su libertad; pero confíe en mí si le digo que es lo peor. Sentarse, tener un vómito a flor de piel, haber superado todas las pruebas horribles de una noche que no lo fue tanto. Sentirse bien con uno y con el mundo, y qué, qué me importa, les escupí en la cara, me dejé llevar, y todo se cae de la cama sólo porque no puedo ponerlo en palabras, o es que ya lo puse? Me parece simplemente que encontré otro motivo de elevación, y hablo sólo de lo musical (momento de dividir en rubros). Si, regresar al hogar. Lo único que hice fue bajarme de la bicicleta en la vereda de enfrente; acordemos antes de proseguir que 60 es avenida, y tiene ramblita, pero ramblita de las viejas, no de esas impostoras. Ramblita no: rambla, da las anchas, que miden mas de dos metros. Crucé mientras hacía malabares para sacarme los auriculares y caminaba hacia el destinito desconocido?.si, ya, una menos, logré cruzar, me tomo todo el tiempo del mundo (no es una afirmación) para sacarme mi candado, que cruza de la izquierda a la derecha, de arriba hacia abajo, es rojo, y está apenas roto, pero se puede seguir usando, decía?.me lo saqué y até mi bici, no sé si fue mi cara de susto ante la gente, o si me miraste el culo, pero te me acercaste, y me dijiste no te lo recomiendo?Yo pude haber pensado que eras del lugar, o que cuidabas los autos que no había, pero no pensé y te contesté algo. Lo segundo que me dijiste fue querés porro, y yo dije tengo, qué palabra tengo, ay, no hace falta tengo, indico posesión, poseo porro señor, poseo, poseso señor y me presentaste a Javier y a Pablo y alguien prendió uno de esos que todos ahí tenían. Acto seguido jugamos a adivinar que hacían de sus respectivas vidas Javier y Pablo. No eran músicos ni filósofos, pero tenían toda la pinta de yirar por Humanidades?a mí me costó arriesgar una profesión, no quise decir que en realidad pensaba que no hacían nada (doble negación), que vivían delirados, o que Javier era algo así como el coordinador del grupo de trabajo social de ese centro, de onda. Fue como si me hubieras preguntado que hace de su vida ese hombre de la casa Zaragoza?qué sé yo?ese hombre esta ahí?mira el aire?.piensa?.va, vuelve?toma vino, se las rebusca...pero en este caso, mi alma me dijo que Javier era pintor, Javier es pintor, con voz macabra. Dude del delirio proferido por mi peor parte, que me decía que en realidad toda la situación era una confabulación, que Mauro, Javier y Pablo se conocían, y Mauro me estaba jugando un chascarrillo, eso suele surgir, será la fobia, pero esta vez murió ahí, o la maté, o la suicidé?porque?.cuál es la gracia de hacerle creer a una persona que no te conozco, pero en realidad si te conozco y nos reímos en silencio mientras la otra persona cree que no nos conocemos pero si?...y si! Usted ganó, yo me gané, Javier pinta?tiene toda la pinta de aspirarse los óleos, es una buena persona. Yo gané pero nadie lo supo. El de rulos está más loco, me llama la atención que esboce palabras como literato, por ejemplo, algo que a mí no me saldría nunca en la calle sesenta, en la vereda de la puerta de un centro social, apoyada sobre un auto, esperando que me pasen el faso o la cerveza, y apostarme cuál de los dos llegará primero a mi mano derecha, la derecha es siempre la que agarra las cosas, toma la iniciativa. Rulos habla raro, por momentos parece tonto, pero sólo por la forma de lo que dice, por el continente, no por el contenido, no quiero que esto sea una crónica periodística. Usted nota perfectamente que no lo es. La gente de la casa de al lado había dejado las luces obviamente prendidas, pero no estaban adentro, nunca una sombra. Creo que el señor de la esquina les avisó que esa noche al lado de su casa habría un recital con gente vestida de negro, y que seguramente formarían rondas alucinatorias, para satisfacer deseos aguantados toda la semana. Entonces el matrimonio había decidido irse a cenar, y tal vez se quedaron a dormir en un hotel, no creo que se hayan quedado en la casa de la madre de ella. Todo para evitar no poder dormirse, o maquinarse con que la gente extraña de al lado está haciendo lío, o atando sus bicicletas, muchas por cierto, en la verjita (yo no, eh, yo la até a un árbol) (la bici quiere árbol). Esa es mi parte menos egoísta, atar la bicicleta a un árbol para que tenga un ser vivo al lado con quien charlar. Para que no se aburra mientras yo disfruto el recital adentro del cuadrado que más bien parece un jardín de invierno con personas florecidas en rastas. |