Si cierro los ojos veo en colores el aire, y te robo un poco de tu sabor y de tu aliento, y tu alma se queda conmigo, dentro un poco más a cada momento, mientras un temblor nos recorre el cuerpo, por fuera a cada respirar sin aparente motivo.

Abro los estos labios que te invocan después del sueño, y te muerdo tierna y lentamente, despacito, mientras mi lengua juguetona recorre las comisuras de tus labios. Te acerco más a mí, y en este intento que dura hasta que llegue tu ausencia, mi mano se adapta a tu cintura, la forma que guardas sólo para mí, ese espacio que busco me muestre tu entrega y mi camino.

Siento esas ansias que produce tu encuentro y tu acercamiento que estremece mi cuello con tu boca, y esas cosquillas que sabes tú, siento si te inclinas hacia mí y no puedo contenerme, y me río y te miro reír a ti, cuando sin pasar nada me alejo para seguir estando así sintiendo el roce de tu cuerpo, cuando te beso y cuando me besas así.

Es lo que pasa cuando te acercas, y te beso, y me besas tú, y estamos y nos mantenemos ocultos de todos los que sólo saben lo que ignoran pase, pero a la distancia se enteren de todo lo que a sus ojos visiblemente oculto no invitamos a compartir en momento alguno, porque cuando te beso el mundo desaparece y estamos sólo tú y yo.