Noches blancas y vacías para la mendicidad del alma.
Sin fin la espera de tu palabra. Sin fin el final que no avisoro.
¡No sé que hacer con esta soledad y con tan terrible libertad!
Prisionera de mi piel -imperio de espejos que multiplican tus manos-
y tu mirada -hoguera de mis miedos y sus máscaras-
Requiem a la imperfección del encuentro y sus señuelos,
los mismos que ofrecieron de verdugos para el acto del deconsuelo.
Es mejor que mentirme. Pero yo no quiero mentirme. Quiero verte.
Necesidad? Amor? Deseo?
Qué más da si abandoné mi vida por tu beso, por tu piel, por tu gesto.
Y nunca tan abandonada como viva!
Yo quería vivir y ahora duelo.
Texto agregado el 20-05-2006, y leído por 123
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