TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / sabine / Mi sótano

[C:207102]

Esta noche estáis todas conmigo, todas mis mujeres reunidas en el portal de mi casa. Me siento complacida por encontraros a todas juntas, esperándome. Me queréis, y me lo hacíais saber con besos al aire y abrazos. El dulce cobijo del amor está en el aire; todas las miradas son para mi, todo son palabras de aliento: mi madre, mi única amante sin rencores; mi hermana, cómplice y alma gemela; María, compañera de pesares y desamores de la niñez; Elena, espejo de lo que me hubiese gustado querer ser. Y Marta, mujercita desterrada en su propia insatisfacción.
Me siento maravillada por teneros a todas, satisfecha de que estéis esperándome. E impaciente por la espera de algo nuevo.
De repente, resiento un cambio. Tras los besos y apoyos, nos impacientamos. Me siento más cobarde, siento hilos de peligro sobre vuestra ligereza; pero me consuelo porque estáis conmigo. Y es tan agradable. Contemplo el horizonte desde el patio de mi casa: el sol, el cielo, vuestras sonrisas, e imagino un futuro de cultivos y cosechas.
Llega Leno. Me incomoda que llegue con prisa. Él no debía estar con nosotras. Está nervioso, pero no dice nada. Le aparto de mi mirada, no quiero preguntarle nada. Le pido que se marche, que todo va bien. Me sorprendo por poder tranquilizarle y nos da ánimos al macharse. Me sereno y voy a buscar a mi madre. ¡Mama! No la veo, no sé cuanto tiempo hace que desapareció. Leno ha estado sólo unos minutos.
Subo a la casa a buscarla, aún sabiendo que no puede estar allí, que ella debía esperar, como vosotras, para irnos cuando llegara el momento. La busco por toda la casa, es enorme, tres plantas con varias habitaciones y largos pasillos sin ventanas. La busco en la primera, tres habitaciones con luz amarilla y persianas bajadas. No está.
La encuentro en el piso de arriba, en una habitación pequeña, con una camita y un mueble cargado de cajones. Los está desmontando, buscando algo. Pero todo está vacío, no hay ropa, ni sábanas, ni papeles. No hay nada.
Le llamo, y no escucha; la agarro de los hombros, tú padre se ha marchado, me grita.
La dejo registrando en sus pensamientos, lo único que queda en la casa.
Y me caigo al suelo, desesperada, sintiéndome odiada por mi padre, abandonada, traicionada.
Cuando me recobro bajo al sótano, por intuición, sin objetivos, pero aterrorizada, temblando. Me resbalo, y le veo. No sé quién es, pero le veo como si le esperara. Me quito la falda, la blusa, el sujetador, las bragas, hasta quedar desnuda. Sé que es lo que quiere, aunque no sé quién es. Se acerca por detrás y me susurra dulcemente, con ternura. “quieta, no te muevas, dolerá menos, ten cuidado que yo también lo tendré.” Yo no quiero moverme, sólo que acabe, olvidarlo pronto. Me abre las piernas con el filo de un cuchillo. Yo desnuda chorreando sangre. Le lloro. Me abre los brazos con el filo. Desnuda, chorreo más sangre, le lloro sin poder hablar. Y me abre la cara con el filo del chuchillo.
Fin.

Texto agregado el 20-05-2006, y leído por 286 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]