Los hay de muchos tipos. Están los que fuman sentados en el suelo y los que roban. También los que estafan con juegos de dudosa transparencia. Hay magos verdaderos y falsos, hay predicadores evangélicos y palomas varias. Existen los que venden el diario y los que simplemente vitrinean. Lustrabotas con tatuajes baratos de la garra blanca y ejecutivos quebrados con zapatos de charol.
No se diga que omitiré a los lanzas de guantes blanco,a los señores varios de los kioskos (los hay en toda esquina) y a los que venden el diario de la tarde con su grito clásico...hay krishnas pidiendo siempre y unos jovenes panfleteros eternos, todos los dias con causas y mensajes distintos. ¿Escolares? por doquier, inspectores de la "inseguridad" y gerentes bancarios, corredores de propiedades y carritos de bebidas y de "nuts for nuts", carteros y pintores, vendedores ambulantes como frenéticas hormigas y ociosas dueñas de casa. Hay juniors y hasta uno que juega a dominar la pelota vestido de seleccionado chileno, hay mendigos (algunos de terno y corbata impecables), hay mozos que te asaltan empecinados y colectas voluntarias (otras no tanto). También algunos hombres libres, estos últimos son los menos. Y, por si fuera poco, hay marcianos disfrazados de humanos pero que son más simpáticos.
Toda esa variedad y me van a decir que en el centro de Santiago de Chile todos los rostros son iguales. No me vengan con falacias, miren bien, miren viendo. Todo eso hay en mi selva de asfalto, por eso llegamos cansados del centro.



El Coronel