Amada Mujer:

Maldigo el día en que me dejaste de amar. Aquellas hirientes palabras que usaste para decirme que el amor infinito que me profesabas había mermado todavía resuenan en mis oídos. Paso mis días recordándote, visitando los lugares en los que reíamos juntos, recorriendo los paseos en los que con tu belleza robabas las miradas de los transeúntes. ¿Por que pasa que uno no sabe lo que tiene hasta que lo ha perdido?. Muy caro pague el precio por saberlo y vivirlo en carne propia. Te sigo amando, y siempre habrá para ti un lugar en mi corazón. Si para ti es duro creerlo, para mí lo es mas saberlo.
Dudo me alcance una vida para decirte lo que nunca vas a oír, para entregarte las flores que jamás olerás, para susurrarte lo que nunca jamás escucharas. Quien sabe cuantos hombres pasen en tu vida, pero solo sé que serás feliz, si alguno de ellos te ame la mitad de lo que lo he hecho yo.
Cada noche mi cama se hace más grande al saber que no te tengo a mi lado. No poder oler tu pelo mientras duermes o abrazarte para demostrarte que todo va a salir bien me mortifica. Contigo las distancias eran mas cortas, los días más felices y la existencia más significativa.
Ahora no estas. A mi lado tan solo yacen recuerdos. Solo eso me queda de ti y quizás alguna fragancia, que el viento caprichoso me hace llegar a mí.
Vacías son estas palabras, escritas por manos temblorosas, bañada en lagrimas derramadas por ti porque tú las llenabas de significado.
El peso de la soledad me abruma y la cicatriz que llevo marcada en el alma reza así: Te amo y siempre lo haré.

Por siempre tuyo.