Vida, explosiva, punzante, porfiada,
gramo de luz que se enciende como una bujía
y perseverando en la pléyade misteriosa, se ramifica,
se personifica, abre senderos serpenteantes
para danzar el loco vals de las horas,
horas que se diluyen, que se truecan en ríos,
ríos numerales que van signando destinos,
baraja antojadiza que trenza y desata,
oráculo frenético que no entrega certezas
para que la vida no se arredre en su intento.
Vida, esperpéntica, salobre, camuflada
en los millares de escenarios disponibles,
alma y latido, relámpago y desenfreno,
reposo sórdido de las voces que se cuestionan
si eso que las posee les alcanzará para
esbozar siquiera una peregrina teoría,
los ríos se van angostando, los caminos oscuros
ya no lamen plantas, sólo sigilos de espíritus,
la vida se va apagando como una candela
en la penumbra, las preguntas se postergan
para trazar malamente un epitafio.
Vida, sobre cadáveres reina solemne,
gusano enhiesto que florece esperanzas vanas,
fogonazo insuflado por mano oculta que
se consume burda y sin vestigios de fe
tratando de aferrarse a una respuesta,
atisbo que en el silencio nocturno no se trasiega
ni en boca ni catafalco, mano que cubre las llagas
de una herida que algún día fue sólo luz…
|