CAP1
Un día soleado del verano de 1902 un artesano vuelve de su taller a la hora de la merienda. Su nombre es Carlos y va vestido con una camisa blanca y pantalones azules y tiene unos cuarenta y tantos años. Camina a paso tranquilo por un sendero angosto que cruza un pequeño arroyo. A los lados del camino se puede ver una vegetación frondosa, con árboles de los más diversos. A medida que va avanzando se cruza gente del pueblo que lo saludan. La mayoría conocidos y amigos de toda la vida:
-Adiós ¡Carlos! Saludos a tu familia- exclamó un viejo con boina.
-Eh ¿Carlos como anda Raquel?- le preguntó una mujer obesa.
El va levantando la mano al paso a cada uno de los saludos. Finalmente Carlos dobla en una curva del camino y vislumbra su hogar, con su fachada gris y tejado rojo. No es muy grande pero viven cómodamente. Cuando abre la puerta de la verja sale corriendo y lo recibe su hijito Gabriel de cinco años, que se le cuelga al cuello en un abrazo afectuoso. También sale a recibirlo su esposa Raquel. Sus dos hijas adolescentes Maria y Laura dejan sus quehaceres y van a saludar al padre.
Carlos llama a Martín, su otro hijo, que estaba en su cuarto leyendo algún libro de aventuras de esos que le fascinaban tanto. Martín se acerca y lo saluda pidiéndole algo de plata para comprarse un libro, que había visto en la vidriera de un negocio.
El pueblo donde viven es en el noroeste de España y se llama Pontevedra. Es un pueblo pesquero con un pequeño puerto. Esta sobre una loma. Hay muchos árboles de distintas clases. Tiene una calle principal donde hay un mercado y varias tiendas. Por ahí es el taller de Carlos. La gente del pueblo se junta a hablar, juegan al ajedrez o a algún juego de cartas. Sobre todo los ancianos. El intendente del pueblo es un hombre muy respetado llamado López Serrano.
CAP 2
Hacia el año xxx estalla en España la guerra. Dos bandos se disputan el poder. Estos son: La guerra es por… Por tales motivos. Se va desarrollando y modificando la vida de las personas. En el pueblo las cosas cambian. Los viejos ya no juegan. La calle principal queda desolada.
CAP 3
Martín, el hijo del artesano tenía por ese entonces doce años. Era un chico soñador, leía a montones. Iba a la escuela y le gustaba pasear al ocaso por el puerto y contemplar el mar durante largos ratos. Era de físico más bien flaco y caminaba algo cabizbajo. Tenía el pelo castaño y los ojos verdes.
A las semanas de empezada la guerra un militar del pueblo, amigo de la familia les informó que tenía la orden de llevarse a Martín a la guerra, a uno de los puntos mas violentos en los que se desarrollaba la guerra. Como era amigo de Carlos y de Raquel les recomendó que debían ocultar a Martín en algún lado cuanto antes. Luego de largas discusiones sobre el tema se decidió que el mejor modo de salvar al muchacho era sacarlo de España.
Unos días atrás Raquel había visto en el mercado un afiche de Argentina que se daban facilidades para los inmigrantes. Además Carlos tenia un hermano que se había ido a Buenos Aires hacia unos años, pero del cual no tenia noticias desde hacia mucho.
Lo que se decidió finalmente era que Martín se escapase a Argentina. Al día siguiente prepararon una valija con algo de ropa. Carlos le dió un poco de dinero, todo lo que tenia en ese momento y algunos ahorros de Raquel que no eran mucho. Y Carlos lo acompaño al puerto donde un pequeño barco salía para uno de los puertos más importantes de España.
CAP 4
En Vigo Martín compró un boleto, algo de comida y subió a un trasatlántico llamado “Mirasol”. Este barco era amplio. Tenía camarotes para tres clases diferentes de pasajeros, según el valor del pasaje. Martín viaja en la parte más económica dada su falta de dinero. Esta parte se parecía más bien a un bodegón y tenia olor rancio. Martín comparte el espacio con otros tres hombres y un muchacho algo mayor que el. Estos hombres si bien tenían aspecto de rufianes, Martín se fue dando cuenta de que eran buenas personas. El muchacho se llamaba José y enseguida hizo migas con Martín. Los dos salían a pasear por el barco. Otras veces jugaban a las cartas con los otros. Estos tenían la costumbre de tomar mucho y se ponían muy alegres y ofrecían a los muchachos.
En los paseos por el barco miraban a las chicas que con sus familias adineradas salían a tomar aire al atardecer.
CAP 5
Los últimos días, sabiendo por el capitán del barco, que se acercaba la llegada a puerto americano, Martín estaba muy ansioso. Finalmente se empezó a ver tierra desde el barco. La gente se agolpaba a la baranda de proa a ver espectáculo. Las mujeres con sombrillas. Las gaviotas ya sobrevolaban el mar.
El desembarco fue un martes. El barco llegó al muelle y empezaron a bajar los pasajeros. Hacía un hermoso día. Martín piso tierra y se despidió de los hombres con los cuales había compartido tanto tiempo. Martín empezó a caminar por el puerto con mucho miedo a este lugar tan desconocido para él. Mirando por ahí vió un cartel que hablaba del gobierno chileno. Y le resulto raro, así que consulto con un comerciante y descubrió que no se hallaba en Argentina sino en Chile. Al principio le agarro una desesperación tal, y se sintió muy desafortunado. Y además solo, ya que esperaba encontrarse con su tío y esto era ahora imposible, al menos a corto plazo.
CAP 6
No había que hacer, su dinero no le alcanzaba para tomar otro barco a Argentina. La primera determinación fue quedarse unos días en Valparaíso, trabajar, juntar algo de dinero y averiguar la forma de llegar a Buenos Aires por tierra. El patrón que tuviera en su trabajo le facilito un mapa y le explico las distancias que habían entre la ciudad en la que se encontraban y Buenos Aires: También le contó que entre Chile y Argentina había una gran cadena montañosa llamada Los Andes. El mapa después de la explicación se lo dio como regalo y Martín lo guardo con mucho celo durante toda la travesía.
CAP 7
Martín decide empezar el segundo viaje. Camina un par de horas hasta salir de la zona urbana y ya en el campo encuentra en el camino a un campesino que llevaba heno en una carreta. Lo llama y le explica que quiere ir a tal pueblo, que había observado en el mapa y el campesino lo invita a viajar con él hacía dicho pueblo cercano a la cordillera.
Al atardecer de ese día llega a tal pueblo y se hospeda en una pequeña hosteria. Allí es atendido por una mujer obesa y bonachona que le sirve algo de comer. Después de saciar su apetito, va a una pequeña habitación y se acuesta. En seguida se duerme pesadamente.
El día siguiente amanece nublado y lluvioso. Martín se despierta casi al mediodía y almuerza con el resto de los huéspedes. Uno de ellos, un señor gordo y charlatán comenta que al día siguiente viaja a Mendoza, del otro lado de la cordillera por un paso que se llama…
Así que esa misma tarde alquilan tres mulas. Una para Martín, otra para el señor, que se llamaba Miguel y la tercera para llevar equipaje. También hacen un aprovisionamiento de comida y llenan un buen bidón de agua. Finalmente contratan a un baqueano de la zona que los irá guiando durante el viaje. Su nombre es Pedro y es argentino. Se dedica desde chico a este tipo de trabajos. Su padre también era guía.
Para esta época el tiempo era bueno porque hacia unos días que había empezado la primavera. Los árboles estaban en flor. Se veían animales por todos lados y el agua corría cristalina bajando por la montaña y formando pequeños arroyuelos. La cordillera se veía imponente y daba cierto recelo para quien se disponía a cruzarla.
Martín a pesar de eso estaba entusiasmado con el viaje y además tenia confianza en Pedro que conocía cada rincón de los Andes y de Miguel que nunca perdía la calma y resultaba de lo más ameno ir hablando y comentando el viaje con él. Pedro era algo callado pero no por ello desagradable y a veces se reía de lo que decía Miguel.
A la noche paraban en algún lugar prendían una fogata, se tapaban con unas frazadas y dormían hasta el día siguiente.
El paisaje era digno de ver, la forma en que volaban los cóndores, el canto de los pájaros, los rayos de sol y la interminable sucesión de montañas nevadas en las cumbres.
El frió se hacia sentir, Martín se sentía con los huesos calados y apunado por la altura.
Un viernes, después de varios días de travesía empezaron a ver que las montañas se iban haciendo más pequeñas y finalmente vino la llanura y una ciudad: Mendoza. Ya estaban por su puesto en Argentina pero según el mapa, en distancia, faltaba recorrer más de lo que habían recorrido para llegar a Buenos Aires.
El horizonte se empezó a distinguir lejano y llano. Todo era llanura, todo campos, algunos plantados otros no. También se veían animales: vacas, ovejas, cabras, etc.
En Mendoza Martín y Miguel se despidieron de Pedro y le pagaron por su trabajo, que lo había hecho muy bien ya que no tuvieron ningún contratiempo gracias a la pericia de Pedro.
Martín durmió en la ciudad y al otro día decidió ponerse en marcha con su equipaje. Unas señoras le indicaron que camino debía tomar para llegar a ¿Pergamino?. Martín caminó mucho durante tres días hasta llegar a ahí. Esta ciudad era a principios de 1900 así y así, etc. + ciudades + descripciones “aventuras”, etc.
CAP 9 y último
Finalmente Martín llega a Buenos Aires después de dos años de haber dejado su pueblo natal. Y después de diez meses de dejar Valparaíso. Buenos Aires lo deslumbró. Además estaba feliz porque iba a encontrarse con su tío. Por fin podría estar junto a alguien de su familia. Si bien el no lo conocía, tenia esperanzas de poder estar en compañía de alguien que lo amparara. Así es que empezó a buscar a su tío. Sabia que su apellido era Montañés, igual que el de su madre y que rondaría los cuarenta y cinco años, siendo un poco mayor que Raquel. Martín extrañaba mucho y no había tenido noticias de sus parientes de España.
Preguntó en la calle donde podía averiguar por su tío y le dijeron que vaya a una dependencia del estado donde tenían un registro de los habitantes. Martín se dirigió allí y preguntó. Le dieron la dirección de su tío y le explicaron como llegar. Afortunadamente su tío vivía. Martín salio corriendo de alegría.
Cuando llegó a la dirección indicada se encontró con una mansión que lo dejó atónito. Golpeó las palmas y una sirvienta lo recibió y lo hizo pasar. Adentro era todo lujo. Lo recibió efusivamente su tío que no lo esperaba para nada. Martín le fue relatando todo lo que había viajado. Después de esta aventura Martín ya no era el mismo. Además de tener dos años más de edad, había aprendido mucho y había pasado por situaciones que lo habían hecho crecer como persona.
FIN
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