"Bueno, si insistes quizás pueda contarte un pequeño cuento de una rata y una bruja que se convirtió en respuesta. Hace mucho tiempo, en un palacio cerca de un río, vivían unos jóvenes príncipes. Los dos eran hermanos y se querían mucho. No muy lejos de allí vivía una anciana bruja que lo odiaba todo, pero sobrero todo odiaba a los dos hermanos. Por eso se pasaba día y noche pensando en la mejor forma de matarlos. Una noche especialmente tormentosa, la bruja encontró en uno de sus libros de magia el conjuro que andaba buscando y enseguida se puso a prepararlo. Una pizca de sesos de gusano, un trocito de lengua de serpiente y dos buenas cucharadas de pus de cucaracha. Ya casi estaba lista y solo faltaba que se enfriara la poción toda una noche bajo la luna llena. La bruja estaba tan atareada que no se percato que alguien sabia de su maligno plan. Bueno, solo se trataba de una rata que lo havia visto todo, pero no una rata común. En otro tiempo fue un poderoso mago que la maligna bruja convirtió en rata. ¿Y sabes porque lo hizo? Pues lo hizo porque ella lo odiaba todo y a todos. Cuando la rata entendió lo que pasaba fue corriendo al palacio para advertir a los hermanos. ¡Quiere mataros! Gritó la rata. ¡Hay que esconderse! Dijeron los niños. Pero la rata, que era mucho más sabia y vieja que los jóvenes príncipes y les propuso darle una lección. Pasó toda la noche y justo al alba llamaron a las puertas de palacio. Se trataba de una joven que se havia extraviado en la noche, aunque en verdad era la malvada bruja que se havia transformado en una joven. Los príncipes inocentes la recibieron con las puertas abiertas pero la rata que era muy lista se percató enseguida de quien era y puso en aviso a los príncipes. Hay que comenzar con el plan, les silbó al oído y los príncipes lo dispusieron todo rápidamente. Los dos estaban terminando de colocar una manta, cuando la bruja ya bruja y no joven, se les acerco por la espalda y comenzó a pronunciar el hechizo. ¡Ya¡ Gritó entonces la rata y los príncipes tiraron de la manta, dejando descubierto un viejo espejo. Este reflejaba a la bruja y su reflejo le grito. ¡No te odio! En ese momento la bruja terminó de pronunciar el conjuro, que rebotó con el espejo y le dio de pleno a ella. ¡Pluf! Desapareció.
Al cabo de un tiempo los jóvenes príncipes, que no acabaron de entender nada, se encontraron con el mago, ya mago y no rata, y le preguntaron que clase de espejo era aquel que habían puesto delante de la bruja aquel día. El mago les miro con cara muy seria, esa cara que solo los magos sabios y viejos saben poner y les silbó al oído. Ese espejo da respuesta a tus más ocultas preguntas. Y se marchó para siempre. Pocos llegaron a verlo más, unos dicen que al final se quedó como mago, otros que prefirió la forma de rata… ¿No se, no se, podría ser que…?"
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