El clima es mas denso, ya casi no lo respira, se traga el aire a bocanadas grandes, se los traga todos, se atora y luego vomita una sonrisa cínica; una herida que con los años se había vuelto una cicatriz imborrable.
Se sintió humillada, por el bullicio y su silencio, se sintió conmovida por su inutilidad y estremeció en un escalofrió de lástima, se movió un poco, para disimular por si alguien la miraba, aun creía (o mas bien tenia la secreta esperanza) de que alguien notaba su sutil abstracción, que después de todo no era mas que el grito de súplica de lo que callaba cada día.
< ¿Será posible entender lo que están hablando?>, se pregunto como si alguien pudiese contestarle,
Miró el vacío (no porque estuviera realmente vació; si no porque no había allí nada que viera); le dio tiempo al tiempo, le dio tanto como su alma impaciente soportó, y explotó en sollozos internos, se desesperó por no encontrarse, y por no sentirse dueña de si misma, se sintió presa de su inutilidad
Su propia voluntad confabulada en su contra y ella comenzaba a sentirlo, la ira avanzaba lentamente por su cuerpo frágil, por su cuerpo indefenso, por su mente vulnerable y comprometida con la nada.
Se encontraba en trance, se quiso dar tiempo para salir de el, lo intentó, buscó entre sus dedos algún segundo, pero no encontró respuesta a su súplica, de nuevo no encontró respuesta.
La pena que se tenía, la rabia que casi la completaba era lo único a lo que recurría desconfiada de si; intentó convertir un suspiro en abrazo; intento abrazarse al aire, pero se escurría, y su estabilidad vaga se hacia evidente. No le dio espacio al entendimiento. (Estaba tan llena de dudas que se convertía en una pérdida de tiempo y no podía darse el lujo de gastar lo que no tenia)
Se resignó ante la derrota del silencio, (juraba haber podido oír su risa, su carcajada triunfante) y bajó la mirada.
- ¿Que pasa?, ¿Que tienes? - le preguntaban; “nada” , sintió ganas de responder, y no mentía, pero por más que intentó esbozar su respuesta, se le apagaba la voz y se quedaba inmersa en su penumbra.
Caminó algunas cuadras y decidió con una confianza ciega en la nada; terminó de conocerse, se dobló tres veces (como intentando empaquetar su memoria) y se introdujo en su bosillo derecho
El silencio ya no reía, ahora era dueña del vacío se despojó de su miedo y por un instante sintió dolor.
Fijó la mirada en un resplandor rojo alzado sobre la esquina de la cuadra que había recorrido durante 18 años.
Se sintió, se volvió a sentir; se entregó así misma, se rió del silencio y cruzo la calle.
El tumulto de gente rodeó el cuerpo que yacía triunfante en su propósito,
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