Ya no hay tiempo,
las horas se acurrucan
en la memoria del no ser
y mis pasos se achican
ante las esquinas siempre quietas,
corrompidas de nostalgia
y cimientos mal formados.
Ya no hay tiempo,
y tus ojos se alejan
hacia el mismo rincón,
en donde telarañas antiguas
no permiten mi paso
tus palabras me llegan desteñidas
y me arañan la espalda
la sangre perfora mi colchón
en las madrugadas de silencio incompleto.
No puedo ser la herida y ser la calma,
ni vestirme de rosa sin espinas.
Acaso solamente
pueda hacerme invisible,
y llevarme mi sombra
adonde solo el viento pueda
calmar mi miedo...