UN GRITO EN MEDIO DE LA COLERA O DE LA LOCURA.
CAPITULO 1
Estaba en mis sueños de magia y fantasía, cuando el despertador empezó a gritar como si con tortura lo asesinaran entre demonios, las alarmas de mi reloj lloraban su muerte y mis ojos explotaron abriéndose de pronto. Me acuchillaba el pensamiento de tener que ir a clase.
Quise dormir un poco tratar de retrasar el tiempo pero ya estaba esclavizado a volar en el momento.
El desayuno estaba mas calienta que de costumbre, como si lo hubiesen traído a domicilio del infierno, solo quería usar mis trajes negros y mí boina pero me habían sentenciado a usar el uniforme. Algún cientifico loco se había tomado el acueducto haciendo el agua tan fría que congelaba mi mente, ya cambiado y arreglado esperaba el transporte mientras decenas de zombis pasaban frente a mi. El cielo estaba pintado de azul celeste y naranja.
Pero este hermoso cuadro estaba regido por la luna blanca y el sol pálido, hay estaban como un adiós y reencuentro de los amantes, y yo, yo yacía entre los dos consternado por la angustia de pelear contra el tiempo. Ya montado en el carro me encontraba mas tranquilo; las ojeras de los estudiantes de la ciudad se taladraba al suelo, la maldición del trafico consumía los autos y la desesperación a todos nos empezó a atacar y las metrallas de insultos se empezaron a disparar. La locura y Satanás con todos comenzó a jugar.
Ya en la puerta del colegio subí las escaleras que estaban algo empolvadas, el sol me apuñaleaba los ojos con sus pesados brazos, pero esto no se comparaba con la condena de ver cientos de personas vestidas igual que yo. De un momento a otro empezó la feria de saludos, los abrazos y apretones de manos volaban por doquier; después de seguir actuando de que estaba contento de ver a algunos decidí dirigirme hacia la tienda en busca de algún dulce para quitar el sabor de la mañana.
CAPITULO 2
Después de saborearlo y mandarlo de tour al estomago sonó la campanada como un grito sexual, ya formado frente a los profesores como si nos fuesen a fucilar el rector inauguró la jornada con una lluvia de palabras que parecían estar todas menos un final. Cuando ya había muerto el discurso, como era de esperarse, nos mandaron a los cursos.
Íbamos todos derechos y en dos filas como esclavos israelitas pero esta vez no había un moisés que nos salvara; una fuerza extraña electromagnética y fantasmagórica nos arrastraba a los salones que se estaban tan fríos que los rayos del sol se convertían en diamantes brillantes y filosos.
La puerta de mi curso se abrió dejando escapar un delirante bienvenidos, ya no podía echarme para atrás solo podía entrar, solo quería un descanso de piedras o de lana, en el cielo o en el infierno, pero tenia que contentarme con descansar en pupitre de madera, rodeado de un ambiente de cementerio lleno de galopantes murmullos, de cánticos extraños, de quejidos y de un frió antártico que había congelado el tiempo. De pronto se puso todo oscuro, los gritos de terror inundaron el ambiente y el sonido de pasos tan fuertes como los de los cíclopes se hacían cada vez más continuos, de un momento a otro entro el profesor con su camisa de dimensiones desconocidas y poniendo sus libros sobre la mesa como una columna del olimpo empezó a dictar nuestra sentencia de tortura.
CAPITULO 3
El grito sexual, que normalmente es llamado timbre del colegio, marcaba que ya era el momento de otra clase y sin darnos tiempo para suspirar el profesor de matemática llego escupiendo números, lanzando (pis), dividiendo nuestras almas, multiplicando nuestras penas. Recuerdo un pensamiento que dice: “si el mundo matara los números la conciencia seria libre, porque el alma no se alimenta de tontas ecuaciones” se que suena un poco violento y desquiciado pero puede que hasta sea verdad o sino como se explica la asquerosa ambición que tienen las personas por aquellos papeles con números grandes.
La matemática, la física, entre otras, nos han metido en un mundo tan robótico que a los humanos ya les da miedo expresar los sentimientos, dígame lector no seria precioso vivir en un mundo donde las ballenas volaran entre estrellas fugaces que llevan la historia y los sueños de alguien, en donde los demonios bailaran con cuchillos de risas, y los ángeles declamaran poemas tan mágicos que pescaran nubes en un océano verde. Un paraíso en el que las vestiduras sean quemadas y la desnudez sea la única mascara del alma; un paraíso donde la libertad sea el común denominador de todos los humanos, en donde el sexo fuese lo mas repetitivo del día.
Se que muchos pensaran y dirán que este mundo actual en el que vivimos es bueno pero no, es blasfemia, por ejemplo nosotros los artistas puros (esto quiere decir que nos desempeñamos en la música, en la escritura, en la pintura, en la poesía, en el teatro, en la escultura; o por lo menos en la mayoría pero eso si, teniendo una en la que seamos pura armonía) hemos sido torturados desde mucho antes que naciera Jesucristo
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