La Julieta.
Yo vivía en un pueblo con campanas alegres , olor a flores, y un gusto.....a niebla en lago.
Desde allí se veía el paisaje mas hermoso, y menos descriptible de esta zona.
La Julieta...¿te acuerdas?, así era llamada mi casa, por todas partes la rodeaban enredaderas, que subían como conspiradas en dar majestuosidad a mi balcón.
Mi balcón... en donde el sol de mayo me traía el fresco y cálido olor de tus besos, abrazados por hojas en fiesta, locos por ahogarse en mis labios.
Las mañanas de un frío pensativo, con aires de tempestad innumerable en corazón.
Las tardes, de un brillo reconfortable, donde la alegría de tierras fértiles se expandía hasta sacarte de casa.
Recuerdo esa tarde....era como una mañana de lluvias tardías, “nunca me casaré” lo juró. Esas fueron mis palabras, antes de un año mos habíamos casado a escondidas.
Recuerdo es tarde...en que te encontré.
¿cuál era tú historia de esa tarde?, siempre la contabas cuando se reunía la familia.
Espero no equivocarme:
“Entonces fije atentamente mi ojos en esa hermosa criatura, tan joven aún....de cabellos oscuros, y un rostro de suprema blancura, ojos largos, azules, una frente con aires de terquedad, y sus ojos.....luz de belleza, si te miraban por solo un momento quedabas deslumbrado. Me reconocí, real y profundamente enamorado, en mi precipitación aturdida logre el mas alto grado de pasión que puede alcanzar un romántico de mi corta edad...solo bastaron cuatro meses largos en pasión, pero cortos socialmente, para que concretáramos nuestro idílico amor. Siete meses después bajo el amparo de una tarde de impetuoso calor, nació bajo el signo de acuario, el mas hermoso de los ángeles...me miro a la cara, tenia unos ojitos tristes y mudos...es niña. Me sentí nuevamente desprotegido, pero con la poca cordura que me quedaba, reconocí...me robaron nuevamente mi corazón, pero esta ves se llevo consigo mi alma.”
Como olvidarla, es nuestra historia...veo que no sonríes, la conte para tí.
Quizás no me escuchas...se que fui tu máxima tristeza, pero seré tu guía, la que te conduzca a la alegría, seré el dedo que trace tu camino, tan delgado, tan exquisito seré el suelo donde aterrices, seré el cielo, donde subas mas halla de toda tranquilidad...no te aferres mas mi dulce costumbre. Eres tan poco como puedes entender.
Te esperare en aquel balcón, donde tus besos subían a darme carocalas terrestres, donde se ahogaban en mis labios.
Donde el tibio aire otoñal renovara tu alma, donde el olor a tierras fértiles, te sacara de casa.
Ahí estaré para darte la bienvenida.
ahora me tengo que marchar...estare esperando por tí.
Papá, ¿qué le pasa?.
Nada Alma...solo...pensaba.
Supongo que en la felicidad de irse a casa.
¿Te acuerdas de la historia que solía contar, sobre tu madre y tú?
Como no acordarme, me la se de memoria.
Ella nunca sonrió.
Ya, mi viejito lindo, arriba el animo, para que pensar en cosas tristes, no me pedía tanto que hablara con el doctor para llevármelo a casa.
Llévame a mi pueblo...para escuchar las campanas cantando de alegría, sentir ese olor a flores y, ese gusto a niebla en lago.
Y por la mañana sentir ese frió pensativo.
Quiero caminar descalzo hasta la Julieta, reconfortarme con ese bacón imponente, donde mandaba mis besos ahogarse en los labios de tu madre.
Es otoño, su tibio aire me dará las fuerzas que necesita ya cansado corazón.
Creo que estoy listo...creo que tengo una cita...el olor a tierras fértiles me dará la bienvenida.
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