MI FIGURA EN EL ESPEJO DEL PASADO.
La fabula hablaba de aquel perro que asomándose a un estanque vio a otro can llevando en el hocico un hueso, se veía el carnudo mas grande y provocativo, abriendo la boca para desafiar al otro animal el hueso que portaba se escurre, se sumerge en las profundidades del marjal. Esta fabula en mi niñez me acompaño a todas partes, trepaba a los árboles, rodaba en la pequeña montaña, en las tinieblas de mundos subterráneos se convertía en autopista fantástica que nos llevaba en medio de aventuras hasta la gran montaña.
Siempre pienso que el perro de la fabula no puede ser tan torpe como los humanos, soltamos las cosas sin certeza de tenerlas, perdemos sin la claridad de haber ganado.
En los verdes prados recreábamos el hambre, nos saciamos de moras silvestres, brevas del bosque, esperanzas, sueños y temores compartidos, ¿que vas a ser cuando grande?.
El bosque, la montaña fueron cómplices de mis pasos en la vida. La rana en la mano, el renacuajo en el estanque y mi madre repitiendo, no cojas eso que produce mezquinos, quita ese bicho que me da asco.
Crecíamos como nuestros anhelos, me hice amigo de libros, la montaña se estaba extraviando, se perdía en paredes, en ladrillos que niegan el paso libre, niegan el espacio, me ahogo de solo pensarlo.
Ocultos de las cosas de grandes, queremos seguir siendo niños, duele crecer, los adultos se cargan con muchos problemas, lo veo en mis hermanos, todos pelean, yo sigo soñando, surge un amigo, dicen que es imaginario, es un ser pequeño que me busca en las noches cuando estoy solo en este cuarto, espacio compartido, son tres habitaciones para once hijos, demasiada gente que invita a valorar el silencio y hablar con mi amigo de orejas puntiagudas que ha escapado de otro mundo, personaje de un cuento, no me ha dicho cual por temor a regresar al lugar del que ha escapado.
Todos los días mis padres pelean, discuten por todo, yo no entiendo de esos temas, mi madre siempre esta llorando, pienso que es una forma de ganarse el cielo, me habla de la virgen, en silencio pienso que ella merece ese cielo del que me habla, por mi parte quiero viajar a mi paraje imaginario.
En el colegio escribo, hablo con miedo, me siento tímido, llevo los cuadernos en una bolsa de plástico, no me incomoda, siento felicidad, es la primera bolsa que tiene agarraderas, son de un plástico más duro, es una bolsa con manijas y es mía, la agarro con fuerza, siento orgullo de ella al igual que de mi pantalón remendado, el mismo que mi madre cose casi siempre llorando.
Aprendí a tomar los sueños de la mano, caminar con ellos y jugarles bromas, salir a su encuentro en las esquinas donde se ocultan del llanto, se que no salen si uno esta llorando, lo sé por que no acuden cuando mi madre estaba triste, cuando se cubría el rostro con sus manos y dejaba ver que rodaban aquellas perlas que adornaban su hermosa tez, era el momento en que me abrazaba, la sentía cerca y mi padre tan lejos, tan duro, tan temido, pero también le veía vencido, la vida le toca duro, debe jugarle bromas, ellos no lo saben, por pelear tanto se pierden de conocer a mi amigo, se pierden de este mundo que vive en lo profundo de aventuras a la orilla del riachuelo de aguas negras, río contaminado en el que a piedra tratamos de dar muerte a los roedores y espantamos mariposas negras que dicen son de mala suerte, nos causa risa ver como la gente las teme, cuando en realidad son amigas, al que deben temer vive encerrado en castillos, en fortalezas de egoístas sentimientos y perversos pasados.
Veo mi rostro en el espejo de mi niñez, se refleja un óleo de Van Gogh, triste hermosura, belleza oscura, niñez plena de riqueza pobre.
Evito soltar la imagen el temor a vivir lo del perro de la fabula me invade pero no me ha derrotado, ¡que le vamos a hacer! sonrió a la imagen una perla adorna la mejilla el consuelo aún esta de-morado.
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