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Es demasiado triste saber que a cada y tarde le llega el final de la vida con la noche, esa vagabunda que en ausencia de la autoridad de la claridad inventa espacios para lograr el pecado, el amor, la lujuria. El naranja rasga las nubes y las vuelve más azules y mis ojos apenas conciben el espectáculo, cansados ya por tanta belleza en el saturado mundo doy una bienvenida a la amnesia para que cure a mi memoria del recuerdo vanal y efimero. Cuando el camino parece hacerse pesado, repleto de piedras lastimantes y de arenas enceguecedoras. Me arrodillo frente al Todo y apenas estiro la mano para que el viento atrape mis suplicas, las làgrimas se me suicidan desde mis pómulos y las mujeres de cientas de nocturnas aparecen torturándome por medio del ocaso, andan en lo inefable. Esta noche ya lega y el lupanar me espera con las puertas abiertas, repleto de sangijuelas dispuestas a succionar mi sangre hasta la saciedád y el cansancio. Mi boca apenas se abre y contemplo el desierto en mis fauces cuando paso la lengua por mis labios, se arrancan las pieles tersamente por lo aspero de la textura de la piel, se abren los surcos en donde l sangre de otros besoso dejarán su huella. En medio de la soledad me trato a mí mismo como un caballero que no logra lo que quiere y como un triunfador que merece lo que tiene. En síntesis soy una patraña de verdades y una paradoja de de frentes con sudor de mar y sangre de puerto mutilado. |
Texto agregado el 16-05-2006, y leído por 104 visitantes. (0 votos)
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