Voy caminando bajo la lluvia y giro porque te presiento, pero no, es otra mujer que se transfigura en vos.
Mojado, no se si son las gotas que caen vencidas o es el llanto, quizás ambos, confundiéndose como nuestros cuerpos aquella vez, que dulce momento, espero lo recuerdes.
Serás la lluvia, juguetona caricia que después escapa resbalando entre las grietas (de las heridas).
No creo ser las lágrimas, tan solo su sombra, el sonido del ahogo, el que no permite la purga.
Sigo caminando.
Cuento las baldozas, las ramas que se entrecruzan, de repente un pensamiento..., volteo y a la derecha una mujer me observa, pasa caminando a mi lado, llora y en seguida baja la vista al frente y acelera el paso, como si hubiera develado un secreto sin querer.
La miro, quisiera alcanzarla para pedirle que no sufra, que somos incontables en idéntica situación.
Y ahí quedo, con el brazo extendido, sabiéndonos islas, llamándola en silencio.
Doy media vuelta y brindo una existencia a mis primeros pasos (que irónico, algo nace y existe, en un mundo que por momentos pensamos sin sentido), compartimos la misma lluvia, nos purifica (¿será que el cielo llora por nosotros humanos?).
Continúo hasta un bar, uno cualquiera, que me entibie un poco esta soledad con su compañía de café y alcohol.
realizado luego de leer el escrito de Chairi, escritora de esta página.
"Cuando la Lluvia Cayó sobre Mis Hombros y No Estuviste Ahí Para Cecarme I". -
00:10hs. 12/05/2006. -
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