Todo amaneció extraño hoy, el microbús que me conduciría al centro de la ciudad pasó en el momento preciso, en la oficina a la que fui a hacer algunos trámites no había fila, así que todo fue expedito, los perros no me mostraron los dientes, el vecino que nunca me da la cara, me sonrío cordialmente, una señora pisó una cáscara de plátano y en vez de desplomarse como un elefante herido, se equilibró prodigiosamente y ensayó un paso de ballet. El sol no quemaba, los mendigos entregaban rosas a las mujeres sin pedir nada a cambio, no hubo atascamiento de vehículos y el tránsito era fluido. Este día no hubo ni crimen ni suicidio en parte alguna y se reportaron, en cambio, ciento cincuenta mil nacimientos de cuatrillizos, cada uno de ellos con una panadería completa bajo el brazo. La mayor sorpresa me la llevé a la noche cuando al abrir La Página de los Cuentos, me encuentro a boca de jarro con una estrella huérfana en uno de mis textos más provocadores y abajo, rotundo y elocuente, el comentario que explicaba el por qué de esa estrella de baja magnitud que se estrelló en mi orgullo de escritor en ciernes. Como pueden ver, todo fue extraño hoy…
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