EN EL ÚLTIMO MURO BLANCO DE LA CIUDAD SE PUEDE TODAVÍA LEER LO QUE SIGUE:
Bajando el puente, pedaleando la bicicleta, esperando bajar el puente, soltar los pies de los pedales y poder levantar las piernas para balancearlas y dejarme llevar por la curva del puente. Así me encontraba cuando, de repente, un humo negro, un olor a quemado. Respirando con dificultad atravesé el puente de humo.
Pasaron los días y se sucedieron las muertes. Proximamente, moriré como miles de personas que, como yo, respiraron humo negro.
La Tierra no está a punto de desaparecer. Es mi raza, la Raza Humana. Así nos llamamos.
Si alguna inteligencia superior logra descifrar esto que ahora escribo, en este muro todavía blanco, sabed que la tierra tiene infinitos recursos, que es bella y bondadosa, pero que la necedad de mi raza provocó por sí misma su propia extinción.
Si esto que leéis, sólo os provoca desisterés, sabed que también vosotros abusaréis de la Tierra y ,en, quizá también, millones de años, os extinguiréis. |