Enhebramos nuestros labios con una estirada lágrima
mezcla de nuestros llantos el día de la despedida;
No se pueden separar.
Del momento que besé tu rostro, lo moldeé
para que encajara con el mío.
Ya no me quedaban más besos, tu rostro,
los absorbió de una mirada,
sólo quedó mi boca seca y con ella seguía besándote falsamente;
mis labios eran tu alma y los míos la tuya,
por eso creo que aún te beso.
Hoy he salido de una caverna y mi corazón
está en tu pecho con pálpitos desesperados.
Vístete de un vestido blanco, teñido con la sangre de la Luna de esta noche que me observa en lo alto
de mi ventana;
decora tu ambrosíaco cuello con la cadena del pacto la cual se sostendrá en él abrazándolo;
arranca esa flor plantada en nuetra fértil esquina,
llévala en tu mano y decórala con tu sonrisa;
alzemos nestras copas bajo el cielo profundo con todos sus ojos abiertos,
bajará sobre nosotros una nube seca que absorberá el pasado.
He plantado tulipanes en el desierto
para que lo arranquemos con nuestro baile,
dejando nuestras huellas.
....
Esa noche, el cielo destilará amor, esa noche nuestros rostros reflejarán las estrellas de la noche,
esa noche nuestro beso no acabará jamás, pues te contaré todo por medio de él.
He salido de la caverna y te amo más, tal como lo pensé, y tal cual lo prometí.