Habitamos en la tierra pero somos ciudadanos del cielo.
Hace unos años que deje de trabajar. Bueno, me busque algunas cositas para hacer pues de lo contrario me aburro.
Desde los lunes hasta los sábados visito a mis hijos y amigos. Los domingos no salgo.
A poco que compré esta casa para mi esposa, dejé de ir a trabajar y me fui adaptando al cambio.
Todo cambia. Hasta las visitas. Antes, por lo general los domingos, venían hasta algunos amigos.
Extraño demasiado.
Extraño levantarme temprano y desayunar con mi esposa para luego sacar el automóvil y recibir su saludo del “hasta siempre amor”.
Extraño ver la televisión, aquí no tengo y no puedo comprar libros pues como les dije no trabajo más.
A veces me enojo un poco, pues pareciera que esta casa no existiera en el mundo. Y me enojo porque estando aquí, comprendo el mundo difícil, de vidas intensas, donde la insensibilidad va ganado batalla tras batalla.
No pretendo demasiado, solo una flor para mi esposa, ya que desde que deje de trabajar no puedo darle una. ¿Es mucho pedir?
Ella me quiere hacer creer que esta bien en esta casa, pero aunque lo quiere ocultar, la he visto llorar.
Creo que el estar juntos nos hace llevadera esta situación.
Pero bueno, les contaba esto solo por ansiedad, estaba esperando a nuestra hija con los nietos.
Que alegría la de mi esposa, al verlos llegar caminando tomados de la mano.
¡Y mi yerno viene con otro pequeñín en brazos!
Tenía tanto miedo que no volverían, habían pasado varios meses y cada domingo sufríamos por no verlos.
Pero aquí están y Josesito aferra con todas sus fuerzas contra el pecho dos ramos de rosas, como para que Luís y Verónica no se las quiten.
Que agradable escuchar a nuestra hija como nos extrañan. Su pedido a los chicos que cuando ella no pueda, no dejen de traerle una flor a su abuelita. Y al abuelito también, aunque les explica que a mi me hubiese gustado mas un cigarrillo, pero que no puedo fumar, pues el cigarrillo es malo, muy malo.
Creo que vieron mi sonrisa, pero son mis imaginaciones.
Cuando se fueron ya estábamos mejor.
Cuan importante es para nosotros saber que no nos han olvidado. Si bien sabemos que las fotos un día quedaran en algún cajón viejo. Ya nadie tendrá en cuenta que un día yo trabajaba, sacaba mi automóvil y luego de haber desayunado juntos, mi esposa me saludaba con un “hasta siempre amor”.
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