Samantha estudiaba el 3° grado de secundaria, ella era muy estudiosa, era popular y lo más importante para ella, tenia un novio, llamado Santiago. Ellos eran novios desde primer grado de secundaria. Tenían una buena relación, eran almas gemelas. Cierto día, Santiago habló con Samantha durante el receso, mientras se encontraban sentados sobre las escaleras.
—Sabes amor, hace dos años que nos hicimos novios. Quisiera saber si tu me sigues amando.
—Claro tú lo sabes—
Respondió Samantha, Santiago prosiguió.
—Bueno, si tanto me amas hagámoslo.—
En cuanto Santiago dijo esa palabra, Samantha se sobresaltó.
—¡No!—
Santiago con tono enojado dijo.
—Entonces no me amas tanto.
—Si te amo—
Respondió Samantha
—Pero, no estamos listos para eso.—
Santiago se molestó más y dejó a Samantha sentada en las escaleras. El no habló con ella durante el resto de la escuela, hasta que Samantha lo llamó por teléfono.
—Disculpa Santiago, no te enojes conmigo. —
Este respondió.
—Sabes muy bien como hacer para que te perdone.
—Si, lo sé. Esta bien. Nos vemos a las seis en tu casa.—
Cuando Samantha llegó a casa de Santiago, el ya la esperaba frente a la puerta. Entraron y Santiago le invitó algo para tomar. Samantha prefirió tomar solamente agua. Platicaron un rato y finalmente Santiago invitó a pasar a Samantha a su recamara. Al día siguiente, ya eran la misma pareja de antes; pero, ahora tenían una prueba más grande de su amor. Dos semanas después, Samantha se sentía diferente, se mareaba muy seguido. Su madre la llevó al medico y le dijo.
—Señora, Samantha no esta enferma, lo que ella tiene es que esta embarazada.—
A Samantha se le fue el aire, su garganta se secó; el impacto de esta noticia fue muy fuerte para ella y para su madre, por la cual, se puso histérica. El doctor habló con ella en privado y la tranquilizó. Salieron de la clínica y camino a casa platicaban.
—Hija, sabes que lo que hiciste no es apropiado para ti en esta edad, ¿por qué lo hiciste?—
Samantha respondió lentamente.
—Santiago, Santiago me dijo que no lo amaba lo suficiente por eso lo hice para que le demostrara que lo amo.—
La conversación no siguió. Al otro día, Samantha habló con Santiago.
—Santiago, tengo algo que decirte.
—No puedo ahora estoy muy ocupado.—
Rápida y seriamente le dijo a Santiago.
—Estoy embarazada—
Santiago quedo inmóvil y al instante se le cayo el teléfono de la mano. Velozmente lo recogió y dijo a Samantha.
—¿Has dicho que estas embarazada? Habías dicho que ibas a tener cuidado, ¿piensas tenerlo?
—Claro que lo tendré y tu serás el padre de nuestro hijo y mi esposo.
—¿Casarnos? No puedo tener un hijo ahora, arruinaría mi vida. No lo tengas o si no ya no te amaré.—
Santiago colgó el teléfono. Samantha estuvo pensando en las palabras de su novio con el teléfono aun en su oreja. Volvió a llamar, pero esta vez con una de sus amigas. Platicaron un rato y después fue a ver a Santiago.
—Santiago, ya lo decidí.
—¿Lo tendrás?
—Si y no quieres que lo tengamos lo tendré yo sola.
—Claro que no. No voy a echar a perder mi vida por tu descuido.
—Esta bien, lo tendré yo pero espero que esto suceda: Que el o ella crezca y que algún día te lo encuentres y le digas: Hola hijito soy tu padre, y sabes, yo quise matarte.—
Samantha se retiro del lugar y fue a su casa a hablar con sus padres. Ella tuvo a su bebé, fue niño y su familia la apoya para cuidar a su hijo mientras estudiaba. Ahora trabaja en una empresa reconocida esperand0o el día del encuentro de su hijo David y su padre Santiago.