En cada segundo, en cada día parece que te viera... Es que te extraño tanto que ¡no lo puedo aguantar!. Las ganas de verte, de sentirte, de besarte no han cesado en mi interior. Mi mente no para de pensarte, mi corazón de extrañarte, mi cuerpo de acariciarte y mi cuarto de esperarte. Y si esto no basta para que tú sepas en realidad cuánto te amo, no sé que hacer...
Me rindo, realmente me rindo, no sé que hacer. Por las noches lo único que hago es soñarte, sueño que estamos los dos en una laguna de agua cristalina, al igual que en nuestra luna de miel, ¿lo recuerdas?, con delfines jugando a hacer piruetas, con la maravillosa naturaleza, y tú así, con tu majestuosa belleza, dándome el placer de sostener tu mano mientras caminábamos por esas arenas blancas... Pero, de repente, me despierto en la pesadilla que es para mí el diario vivir sin tu presencia en mi vida... ¿mi vida?, ¿qué vida?, ¡si con tu partida la llevaste contigo! ¡es como si me hubiesen sacado el alma, como si yo fuera ahora un títere del destino! Sólo eso soy, un cuerpo al que le falta el amor de su mujer, ya que hace cinco años que no oigo tu voz, cinco que no oigo tu respiración, cinco que tu manecita tibia y tierna no toca mi hombro para darme apoyo... sí, los cinco años de tu muerte parece que hicieron que viniera la mía también...
Tu amado esposo, Daniel.
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