Lo escuchaste desde el otro extremo
y percibiste el tinto amargo
que se acurrucaba tras mis labios
en una mezcla apretada
de incertidumbre y dolor

el abismo irrefutable
nos mantuvo en nuestros respectivos bordes
con las manos extendidas
buscando en ese mar de miradas
el asidero que nos diera permiso
para permanecer ahí

pero mis palabras
cubrieron de luna tus ojos
y se perpetuaron a fuego
en tu boca de niña

este sentimiento,
dijiste después
cuando reiteramos el momento,
me sabe como al de la muerte
del amigo más querido

y no obstante
que tu felicidad y la mía
han sido confirmadas,
en cada amanecer te espero
para volver a decirte
con el mismo temblor en la voz
cuídate mucho, mi amor.