En una noche fría de otoño, creí haber encontrado alguien que podría alumbrar aquel momento en el que sentía una densa multitud de nubes negras ad portas de hacer llorar al cielo, que se oscurecía cada vez más entre la multitud de siluetas que pasaban ciegas sin querer mirar lo que pasaba.
Todo salía de un gesto tan sencillo, pero honesto, que parecía algo real e imposible de eliminar de los gratos recuerdos...
Pero como el otoño lo trajo, el otoño se lo llevó, entre ráfagas de pasados que invadían el espíritu de aquella mente enclaustrada en la melancolía de un recuerdo que no volverá a ser igual jamás, por que aunque intente cambiar el tiempo, el tiempo está... los errores son errores, que no se arreglan con una cura provisoria, sin pensar en quién será aplicada como un gesto egoísta de querer remediar lo hecho... Las emociones no se manejan al igual que los sentimientos, esos se viven como es el propio presente, sólo el día a día que vamos afrontando, que algunos tratan de ocultar y enfrentarlos con indiferencia... como si supieran dominar lo que sienten.
Y las nubes vuelven a mí, con la oscuridad que alguna vez se fueron, mientras aquello que me alumbró en tiempos breves y cálidos, se aleja sin darse cuenta que en esa oscuridad podría haber encontrado su propia luz... sólo el tiempo lo dirá