La sangre salía a borbotones de su amputado pene. Verónica escupió el trozo que tenía en la boca sobre el rostro de Sandoval aquejado del inmenso dolor que le había provocado la separación de algo que poco podría usar ya en un futuro incierto.

Una de las ligaduras del tobillo derecho cedió y de un fuerte golpe se quitó de encima aquella cosa sangrando y aullando como cualquier perro rabioso. A base de forcejeos y lastimándose más las muñecas, consiguió desatarse una , y así la otra y después el otro tobillo, quedó libre al fin.

-¡Cómo demonios se abrirá esta puerta!-Gritaba la muchacha desesperadamente en su intento de abrirla.
-Ja.ja.ja, vamos putita, todavía no he terminado contigo, ven aquí que te voy a dar yo bocados en esas tetas de zorra que tienes. Te voy a meter por tu coño esta pata de la cama y verás que gusto te va a dar.-Le decía un deteriorado profesor desde un rincón de la habitación, casi desangrado, una mano apretaba su trozo de pene que aún le quedaba pegado a su cuerpo.

Verónica se dio la vuelta y en un acto de valentía, agarró aquella pata de la cama que el desangrado le iba a meter por el coño y se la introdujo por la boca hasta que la vio salir por el cogote.

A base de muchos golpes en la puerta, consiguió la muchacha salir afuera de aquella horrible habitación. Todo estaba oscuro, no distinguía nada; sólo un ligero aire frotaba su desnudo cuerpo. La respiración de Verónica se fue armonizando y sentada en el suelo al amparo de una pared, en medio de la nada, se quedó dormida.