Peregrino caminante
montado a lomos del Camino
dejándose transportar
en la grupa del reptil
que le lleva sin descanso.
Hincado en él
y apenas sin resuello
le va acercando
a un lugar que le atrae,
que le hipnotiza como serpiente,
que se transforma
hora dorada, negra,
carmín, verde o blanca.
Alfombra de piedras preciosas,
brillantes, destellantes
de irisaciones multicolores.
dura, escarpiada, blanda,
mullida, escarchada,
polvorienta, mojada, embarrada.
Serpiente, que no gusano,
tan larga como el día,
se desliza, a veces silenciosa,
a veces cantarina,
escondida entre campos,
bosques, aldeas y páramos.
Susurros del viento
oleaje de mieses,
cantos y trinos
de pájaros acompañantes,
sonar de campanas,
toques a rezo,
cruces de voces y tonos distintos.
Frescas aguas cimbreantes,
quietas y amansadas.
Túneles de castaños y robles
refresco catedralicio
descanso del sudor
que aprieta en la espalda.
Botas que con respeto pisan
este gran Camino de energías
hollado por tantas generaciones
para encontrarse con el santo.
Camino que nace y muere cada día.
Dentro y fuera de ti lo buscas y lo encuentras,
dentro y fuera de ti lo buscas y lo pierdes.
Incansable revive con el Sol
desde la vieja Europa a la Fisterra ibérica.
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