Vaya este homenaje muy personal a quien me hizo reir por décadas y aún hoy, desde arriba, me narra sus inmejorables e hilarantes cuentos cortos. Por que Verdaguer, más que un humorista, era un eximio cuentista del humor.
A las esposas.
El matrimonio es la causa número uno de divorcio.
Estadísticamente, el 100 por ciento de los divorcios comenzó con un matrimonio.
Mi esposa y yo tenemos el secreto para un matrimonio feliz:
Dos veces a la semana vamos a un restaurante y disfrutamos de una rica comida y un buen vino.
Ella va los martes y yo, los viernes.
Siempre llevo a mi mujer a todas partes.
Lo malo es que ella siempre encuentra el camino de regreso.
Le pregunté a mi mujer adónde quería ir para nuestro aniversario.
Ella me dijo:
"A algún lugar en el que no haya estado hace mucho tiempo".
Así que le sugerí la cocina.
Con mi mujer siempre caminamos tomados de la mano.
Si la suelto, se va de compras.
No he discutido con ella en 18 meses.
Es que no me gusta interrumpirla.
Mi mujer tiene una tostadora eléctrica, una freidora eléctrica, una exprimidora eléctrica, una cafetera eléctrica y una batidora eléctrica.
Un día, se quejó: "hay tantos electrodomésticos que ya no queda lugar Para sentarse".
Entonces le compré una silla eléctrica.
La última pelea fue culpa mía.
Mi mujer preguntó: "¿Qué hay en la tele?
Y yo dije: "Bastante polvo".
El otro día le dije:¿Sabes, querida? Cuando hablas me recuerdas al mar.
¡Qué lindo, mi amor! No sabía que te impresiono tanto.
- No me impresionas... ¡me mareas!
Ella sabe que soy sensible. Aún así, ayer me preguntó:
- Querido, cuando me muera ¿vas a llorar mucho?
- Claro, sabes que lloro por cualquier tontería....
El mes pasado ocurrió un percance en la cocina y comenzó a salir una humareda negra.
- ¡Auxilio, socorro! ¡Amor, que llamen a los bomberooos... se quema nuestra casaaaaa!, gritaba mi mujer.
- ¡Shhhh!... Silencio, mi amor, ya llamé, pero no grites tanto. Qué necesidad hay de despertar a tu madre?!!
La otra noche fuimos a cenar románticamente a la luz de las velas. Mi mujer, de pronto, me dice:
- Mira, el joven de la corbata roja me está sonriendo.
- ¡Bah! La primera vez que te vi, yo también me morí de la risa.
|