Un living sin luz marcaba la decoracion de la casa.
Extremos húmedos sobre una pared ausente de sol, telarañas pintadas de un tono gris oscuro.
Muebles de época, de otro tiempo vivido se cubren de una capa fina de polvo. De seguro piel, la que perdemos a diario sin darnos cuenta.
Compartia con ella todo, su mujer lo era, aún lo es, pero la edad los vuelve ciegos al otro. Invisibles pareciera a ese amor sincero, de ojos vidriosos ante cualquier revelacion verdadera, expresiva de cuando no hay palabras y se dijo todo. De los silencios comodos, en donde nos sentimos completos sin haber recibido ni dado, solo en el equilibrio de la mirada propia vista en el otro sexo.
Hoy se observa con sus manos marcadas en el paso de una vida obrera, de sudores y tripa. Surcos, canales que la vida le enseño sin egoismos.
Hoy en el exilio laboral, entre jubilados comunes a él pero con distinos decorados personales,exala deseos, aspira preguntas simples.
En las sombras raras del domicilio compartido con su mujer, casi ni se hablan, la neblina, ese crepusculo de un encierro extraño les limita la vista. Al menos la de él. En realidad no recuerda el último - BUEN DÍA AMOR.-, tampoco sabe el porque, está muy olvidadizo.
La justicia de la edad es implacable para cuando debe quitar tesoros de la juventud, energias cuando se produce, ahora, yá cosechados , restan aptitudes, toman sin consultar. La vista, memoria, sonidos, dan pasó a dolores, flojedad, medicamentos de uso cronico y una sabiduria en la experiencia.
Pero, de que sirve eso sin poder recordar? Paradojas de un destino útopico.
Recuerda o al menos cree, pero, le duele el pecho. Un llanto disperso entrecortado, casi inaudible entre ahogado y mudo le daba puntadas sobre el lado izquierdo del torax.
Ya lo habia sentido en muchas ocasiones, no recuerda bien, hace tiempo perdio el don del presente.
El sonido parece venir del otro extremo de living, al lado del baño, donde se encuentra el dormitorio. Imagina o sabe que su mujer se daba angustia por casi todo y suele tomarse su ratito para llorar en los recuerdos de los familiares en otra tierra. Él siempre respeto los oasis propios de cada uno, momentos que elegian en la soledad de sus días para análisis y recuerdos positivos.
Hoy no tiene muchos, forzar , traer de los pelos un sueño es sabido que lo aleja más. Lo envuelve de ansiedad y diluye por completo. Entonces él se relaja y espera que algo le vuelva, al menos para no estar tan en silencio, mudo de memoria.
Lleva un pijama nuevo, color azul veterinario, no es un color que él eligiera ni que le agradace, pero confia en que su esposa puso todo su amor en la seleccion y eso bastaba. Tampoco recuerda la primera vez que lo uso.
ÚLltimamente no recuerda mucho. Se lleva la mano izquierda sobre el mismo lado del pecho, le vuelve apretar.
Yá lo habia sentido, no sabe cuando.
Sigue oyendo el llanto, los, parece.
Descalzo, recorre la distancia hacia el living sombrio, para llegar al dormitorio, jamás habia interrumpido el lugar de su mujer, pero le preocupaba el sonido, con un tono de angustia.
El trayecto se le hizo más largo de lo normal. Los ocho metros que separaban, entre el baño y living , la habitacion de donde él estaba fueron más extensos pero inusualmente livianos. Ese paso lento de sus dias hoy no lo sentia.
Tampoco recuerda.
Antes de llegar a la puerta, el dolor interno lo vuelve a llamar. El pecho dá una puntada.
El llanto se bifurco, son más.
Al cruzar vé, no sabe si ve, cree gente de antes. Algun compañero de su primer trabajo, vecinos de hoy, familia cercana de espaldas a él .
No logra ver a su mujer para preguntarle que pasa.
Parecen no escuchar su "permiso", como un espectaculo a la gorra, nadie se mueve.
No alcanza , no
logra ver...
Algo sucede, pero sigue sin recordar .
Unos pies descalzos verticales a la cama, le dan paso a su vista, entre , unos pantalones azules, de pijama completo, como de veterinario.
Pero ahi está, de lado, al costado su mujer y se tranquiliza.
Él la vé de arriba.
Recostada levemente, inclinada de manera fetal hacia quien vestia el pijama azul.
Ella le sostiene la mano, entrelazada con sus dedos la del otro.
Duerme, esboza una sonrisa natural como hace tiempo no la tenia...
Alguien vestido de un verde suave, de cuerpo entero , se incorpora al lado de la mujer dormida. Con un ademan frío mira a los de la habitación y hace un gesto de negacion..Pero miro sin hacerlo, al menos no a él.
El pecho le duele y afloja en un compas con falta de sincronismo.
Pero yá le es familiar, lo habia sentido antes.
Pero no lo recuerda bien...
Las sombras de la casa le caen encima, como tragandolo en un sueño,, Pero , en esa oscuridad, alguien
se entrelazo con sus dedos.
Un déja vú conocido, al igual que el pecho que ya no duele....
Últimamente y no sabe porque no recuerda mucho......
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