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Inicio / Cuenteros Locales / cervantes / UN RATO DE OCIO EN EL D.F.

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Las siguientes palabras brotan de mi boca, ¿no así debería ser de mi pensamiento?. Es que dicha expresión debe ser tomada tan literal, toda vez que carezco de manos y pies y trato de articular estas oraciones por el puro muñequeo de mi pescuezo y mis mandíbulas empuñando el bolígrafo sobre el papel.




El ánimo tardo, sinceramente, la herramienta a un costado y mis ganas de trabajar también. Así apesadumbrado con la conducta en desbandada, alimentada por pura energía basal, trace en la tierra círculos en concéntrico, como un propagar de ondas, y al centro en el círculo más pequeño, la primer gota de lluvia. La primer gota de lluvia he referido, luego una más y tantas cayeron con precisión en el mismo sitio a intervalos variables. Francamente, movido más por el ocio que por el interés, ideé varios blancos y con sorpresa comprobé que sin seguir una secuencia temporal las gotas de lluvias tenían asignado un sitio para caer. A semejanza de los tipogramas de una máquina de escribir, con todos sus caracteres bajo riguroso orden, pero sólo un instrumento al servicio del lenguaje. Y ¿Qué?
En otra ocasión sonreía a la escena, pues nuevamente mi ánimo ya limado por la dura chinga, me vi delante de una jaula y lo mismo debió haber advertido el loro contenido. Pero luego, prosiguiendo con este singular hecho, yo con el dedo índice en alto y con toda la mole que lo conlleva, y el pobre périco el vaivén de mi dedo índice observaba, de afuera a su centro, de un lado a otro, ¿con qué fin?, nada, nada, sólo verificar la contracción y dilatación de pupilas del ave. Luego, ni ha mujer alguna le he hablado con mayor dulzura, pues, susurre a su oído algunas palabras. ¿Con qué fin?, nada, nada, pretendía que el perico se las grabara. Luego resulta que el muy estúpido sólo reproducía una melodía que ya tenía arraigada. Después, digo, luego ¿quién es el ente atávico? pensaba, al rato mientras transitaba en una calle de altas casas, donde el sonido hace buena resonancia al trampolín de muros, inconsciente silbando una canción que me enseño un périco.
- Tiene agua de colonia.
- No. Pídemelo por delegaciones Defeño.
- No sea chistosa y súrtame lo que le digo.
- Tranquilo muñeco. Pero mira que cara, el semblante pálido, pálido. 500gr. de fenelcina te hará sentir bien. Son $444.00 (CUATROCIENTOS CUARENTA Y CUATRO PESOS 00/100 M.N.) por favor.
- Adiós.
- ¡A dio!, no confía en mi diagnostico.
- Nada de eso señorita, aquí el único equivocado podría ser soy yo, pues su medicamento funciona bien, pero mi enfermedad no.


Texto agregado el 10-05-2006, y leído por 150 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
08-07-2006 Muy buena***** clear_su
06-07-2006 buena narrativa elidaros
 
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