Se sentía tan frustrado de ser quien había sido hasta ahora, que decidió inventar otro yo. Hasta ahora su vida había sido, para ser fieles a la verdad, patética. Ya en ocasiones anteriores había intentado encontrar que talento tenía, sin resultado, así que decidió que su problema estaría resuelto cuando se inventara a un nuevo y mejorado yo. Al contrario de cómo era el, retraído, callado, aburrido, tonto y además insolente, el nuevo yo seria agradable, atractivo, sociable, y muy estudioso, además sobresaldría en muchas disciplinas. Le costo no poco trabajo lograrlo, pero un día, después de mucho esfuerzo, estuvo listo para dejarlo salir. Lo demás sería sencillo, solo dedicarse a observar, y conseguir logros a través de su creación
El primer día fue todo un éxito. A pesar de que al principio todos creyeron que estaba loco, terminaron por notar que algo en el había cambiado, y hubo hasta quienes notaron un brillo especial en sus ojos. A partir de entonces, fue ganándose la aceptación y el cariño de sus compañeros, dejando atrás las burlas, vejaciones y humillaciones de las cuales solía ser objeto. Paulatinamente, sus notas escolares mejoraron, se hizo de un grupo de amigos, con los cuales salía por las tardes a jugar basketball, para lo cual, a pesar de ser de estatura promedio, resulto ser brillante. No solo lo querían, incluso, algunos habían llegado hasta admirarlo. Estaba satisfecho; por fin, después de tanto sufrimiento, tenia lo que siempre había deseado.
Después de un tiempo, paso algo. Lo tenía todo, y aun así, ya no se sentía satisfecho. Había algo que no cuadraba. Ese otro yo había empezado a absorber demasiado tiempo. Casi no era el mismo. Cuando se encontraba solo y dejando al otro yo guardado, se daba cuenta de que su otro yo poseía lo que en teoría, debería pertenecerle. Así fue como nació un dejo de envidia, que con el paso fue acrecentándose, hasta resultarle casi insoportable.
El otro yo abarcaba ahora toda su vida, es cierto que su cuarto estaba lleno de reconocimientos y regalos, y que pasaba casi todo el tiempo ocupado saliendo con sus amigos, que en realidad no eran suyos, y era por eso que no lo aguantaba. Ya nadie se acordaba de él, el autentico, el creador, ni siquiera de cómo lo trataban, de que lo utilizaban como entretenimiento. Se dio cuenta de que había sido olvidado.
Pero aun tenía un consuelo. Como todo buen perdedor, estaba enamorado de la chica bonita del salón. Antes, pasaba el tiempo mirándola de reojo, imaginando, soñando que un día sería su novia. Ahora que ya no era el, no había tenido tiempo para mirarla. Sin embargo al llegar a su casa, la recordaba, se regodeaba en su imaginación, la creía ajena a su vida actual. Y esa fue la gota que derramo el vaso.
Un día, cuando se dio cuenta, el otro yo se le había declarado. Eso era ya insostenible. En el colmo de la perfección, le había quitado lo único que le quedaba. Moría de celos de verlos juntos, tan felices, tan asquerosamente felices. Fue entonces cuando decidió deshacerse de el.
Una noche, el otro yo llego muy tarde, había ido con ella al cine, y el había tenido que soportar, como simple espectador, como la besaba, la tocaba, como disfrutaba de algo que no era suyo. Entonces, esperó a que entrara al cuarto y se acostara en la cama. Con mucho sigilo, para que no se diera cuenta, cogió la almohada y, en un movimiento como de relámpago, la puso sobre su rostro. Y comenzó la lucha, el otro yo se resistía, se debatía entre las cobijas, moviéndose de un lado para otro, y como para este entonces era ya muy fuerte, resultado de tantas horas de deporte, le costaba mucho trabajo mantenerlo sometido. Al hacer tanto esfuerzo, notó como le faltaba aire en el pecho, y el pensó que era debido a la excitación del momento, pero no podía ceder estando tan cerca, así que haciendo un esfuerzo supremo se mantuvo incólume, con el cojín en el rostro, hasta que por fin cedió. El otro yo quedo exánime en la cama, y junto con el, con una sonrisa, el original. Lo había logrado.
Cuando despertó, se encontraba en el hospital. Se sintió feliz al ver a toda su familia en la sala del nosocomio, sin embargo, noto que todos se encontraban alrededor de otra cama. Pensó que aun no se daban cuenta de que había despertado, así que feliz por su logro, se volvió a mirar por la ventana. El mundo ahora tenia otro color, lo veía diferente, las cosas iban a ser diferentes. Cuando se volvió de nuevo, ya no había nadie en la sala. Entonces escucho la puerta del baño. Por esa puerta salía alguien igual a el, vestido incluso con su ropa. Se quedo helado. El otro yo camino hacia la salida, donde lo esperaba su familia y su novia, la tomo por el brazo y, antes de irse, se volvió y lo miro unos instantes. Se escucho la voz de la chica:
- ¿Pasa algo?
- No, es solo el pasado.- le dedico una sonrisa, y desapareció tras la puerta.
Salem..
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