Alguna vez alguien me aconsejo bien y me dijo que escribiera todo lo que sintiera, para no quedarme con ninguna mierda dentro y me fuese a dormir tranquilo. Talvez también para poder dejarte de lado un rato por la noche, para luego retomarte del papel y del escritorio por la mañana, verte de nuevo y comenzar a quererte como si nunca hubiese parado.

Creo que lograste eso que pensé que ya nunca iba a pasar, creo que por primera vez, después de mucho tiempo, lograste quedarte con ese pedacito que nadie lograba tocar, con ese sentimiento que te tumba a la cama y te hace ver mariposas y estrellas en el techo de tu cuarto, cuando ninguna canción de Dido ni James Blunt te puedan tirar a la depresión, porque siempre habrá un “ Latins- Sigue Bailando” que con tan solo recordar el coro te levante de un golpe de la cama, y con una sonrisa que no se despega de tu rostro comienzas el día como si hubieras vuelto a nacer.

No se que paso, ni mucho menos como lo lograste, solo se que hoy en estadística pienso en tus ojos, que en contabilidad me acuerdo de tu sonrisa constante, y que en las clases de comportamiento no me aburro de escribir tu nombre ni de rimarlo con mi apellido.
Fue rápido e intenso, sentí como lograste quemar mi garganta y sofocarme de deseos que nunca antes en esta nueva etapa por la que andaba en la vida, me habían pasado. Me hiciste sentir de 15 años, como un niño que conoce a la chica más linda del quinceañero y logra bailar una o dos canciones con ella. Así me sentí yo el día que te conocí.

Ahora que los sentimientos son más fuertes que el sentido común, es difícil encontrar el camino adecuado para no sobresaltarme ni emocionarme, sin antes poder taparme la boca de las ganas de decirte que te quiero conmigo...conmigo y con una copa de helado de chocolate de 3 bolas, para poder hablar por horas de todas las anécdotas y aventuras de tu semana, te quiero con todos los cursos que estas llevando, con esos kilitos que dices tener de más pero que para mí son razones extra para poder abrazarte con más ganas. Te quiero y no sé decírtelo sin dejar de sonreír y decirte que te quiero junto a mi.
Fuiste entrando de a poquitos como un niño escabulléndose en el cuarto de sus padres para poder robarse esa caja de chocolates escondida arriba, en la ultima repisa. Digamos que cada vez que te veía tu ibas escalando una repisa más arriba hacia mi estante de chocolates, y tengo que admitir que lograste la hazaña, cuando me tomaste por sorpresa, y encontrarte abriendo esa caja de chocolates, embarrándote los deditos y los labios con la sonrisa perfecta dibujada en la cara. Fue así, como robaste la parte mas dulce de mi, fue así que de golpe te encontré robándote mis chocolates y lograste quedarte con la parte que había escondido al mundo (cerrado y negado). Hoy me dejas esperando por ti, por que vuelvas ofreciéndome un poco de tus propios chocolates, y si no es así, inventarme la manera de escabullirme como tu y llegar a tu repisa mas alta para que podamos intercambiar nuestras cajitas de chocolates.