Como fue que pudo sucedernos ésto,
de cruzarnos en tropezado encuentro,
cómo, me pregunto yo y no acierto,
respuesta sensata a mi vil gesto.
Perdona el extravío de mi noche,
perdona que te perdí entre las sombras,
acaso en la penumbra aún me nombras?,
o maldices mi locura y mi deroche?
Cómo pude yo, carne de mi carne,
apartarme de tí y echarte a un lado,
santo en la inocencia en mi pecado,
y de tu alegría mi vida privarme.
Perdona, la indolencia de mi alma,
el desamor, de mi culpa es el reo,
dondequiera que yo miro, allí te veo,
y el deseo de arrullarte en mi falda.
Pedazo de amor, mi cielo eterno,
descúbreme lo débil de mis fuerzas,
cástigame a morir por mis flaquezas,
que ni cielo ni gloria ahora pretendo.
Del poemario Viviendo en desamor, c2006
Lourdes E. Moya Díaz |