Tan solo un año de vida...y ya sabe amar.
Le rodea el agua cristalina del río, y sonríe al verse reflejado en ella. Suelta un par de carcajadas contagiosas y no encuentra otra forma de borrar su reflejo más que abofeteando el espejo que ante él se dispone...
Está desnudo y el sol ilumina cada parte de su rechoncho cuerpo, su pelo rubio brilla como platino y sus ojos cristal se abren cada vez más al sentir seguridad...
Sus encías casi no tienen dientes pero es capaz de masticar la felicidad que él mismo desprende porque es sólida, es uno de esos sentimientos que no se pierde con facilidad.
Vuelve a carcajearse y patalea con gusto, a sus anchas, rodeado de sus seres más queridos...
Su imaginación no tiene límites...
Empieza a anochecer, y se recuesta con ayuda de un hada, un duende lo arropa con un manto de estrellas y sus ojos cada vez pesan más...está a gusto, no necesita más...
Recibe un beso de su hada, que lo lleva en brazos, y saborea su propia boca. Su duende, a su lado, mirándolo con ternura, conduce su carruaje de luciérnagas hasta casa...
Y allí, envuelto en sábanas de seda, sueña con su rostro reflejado en el río cristalino, al que tanto ama...
Dulces sueños