- Corazón mío;
¿Quién se ha atrevido
así a herirte,
sin reparar en que
el agravio que
artero te ha lanzado
es un dardo envenenado
que ha clavado
en mi propio corazón?

- Amor de mi vida;
alarga tu mano
y toma la mía.
Que la infamia
junto a ti me alcance
que si estás a mi lado
el dolor se me reduce
al sentir cerca de mí
el aliento
que la vida me devuelve.

- Corazón mío;
¡No turben
tu alegría
as afrentas
que surgen de
un alma resentida,
que angustiada
por los miedos de
su propio fracaso,
ve vano su afán
de destruir nuestro amor!

- Amor de mi vida;
¿acaso perverso
ha sido amar así,
como yo he amado,
al hombre que
en el tiempo he buscado
y que al final hallé?
¿por qué malvados
se tildan estos
dulces lazos
con que la vida
a mí y a ti nos ató?

- Corazón mío;
mi teclado haga
justicia a la augusta reina
que mi soledad extinguió.
Que si “perra”
la han llamado,
yo lo asumo por la forma
en que mis llagas lamió,
que nunca en el mundo
he encontrado alguien
que con tal lealtad
me amó.

- Amor de mi vida;
si vileza es amar
con la pasión con que
he amado,
si es sucio el deseo de
hacer feliz al que
siempre se despreció;
desestimo la decencia
y escojo la llaneza
del amor de verdad,
aunque por ello me gane
del mojigato el desdén.

- Corazón mío;
sean mis labios
los que en la cruel distancia
sequen las lágrimas que
en algún grado
yo mismo he derramado
por un estólido desliz,
y déjame decirte que
nunca en la vida ha habido
mujer que como tú
me haya hecho feliz.