Abrazo Mariposa

La oruga adolecía. Resbaladiza, se arrastró sobre el suelo pretenciosa por ponerse en quinta y dar marcha atrás. Sintió la muerte. Que era de cuarta. Y que lo mejor estaba terminando.

Ella vivía una noche mala. Una nostalgia la invitó a anudar los músculos con sus vértebras. No podía llorar. Devorada por el miedo de encontrarse ausente. De estar muriendo en ese minuto varado en las cero horas de ningún reloj.

Mostró sus colores y comenzó a buscarse siguiendo las líneas que dibujan las aves al pasar por la esquina de las nubes. Tuvo alas. Ascendió hasta la hoja de una rosa de marfil. Y con sus proyectos se alzó a sí misma. Y se echó a Volar…raloV.

Como levantando dos mancuernas, dobló sus brazos, posó las manos en sus hombros, las aunó en su cervical, mostró sus pechos, y espió desconcertada esos dos triángulos que se habían formado a sus costados.
Geométrica, salió a la vereda, y le dio un abrazo a un hombre que pasaba por ahí.

Esa Nochebuena, sus pies se elevaron por encima del suelo.


Gisela Mancuso