Capitulo 7
Dime querido Kraos –dijo Anghye – ¿Cómo me encontraste?; pensé que todos en este reino habían olvidado mi existencia.
Yo nunca podría olvidarte mi princesa –respondí –además no soy el único que te recuerda, el general Frey te busca con desesperación.
La mirada de la princesa reflejó preocupación al escuchar el nombre de Frey y apenas se disponía a hablar cuando un par de golpes en la puerta la hicieron voltear hacia su derecha. La habitación en la que nos encontrábamos era pequeña, solo había una pequeña cama en donde descansaba Anghy. En la pared a la izquierda de la princesa había una pequeña ventana por donde la luz de la luna entraba y a la derecha estaba la puerta.
Señor de la oscuridad –dijo una voz al otro lado de la puerta –pido permiso para entrar, he traído la ropa para la mujer.
Me acerqué a la puerta, tomé la ropa y le di instrucciones a Marko en voz baja, después de eso regresé junto a Anghye y le entregué la ropa. Ella tomó el vestido negro, y se le puso de inmediato.
Pues bien, mi señor de la oscuridad –dijo la princesa –veo que te has tomado la molestia de traer mi ropa, solo espero que no hayas matado a todos mis sirvientes para conseguirla.
De hecho, mi querida Anghye, tus sirvientes no opusieron resistencia alguna, al parecer no sentían gran simpatía por ti –le dije sin poder ocultar una sonrisa de satisfacción al ver su hermoso rostro enojado.
Son solo sirvientes, no podía esperar nada más de ellos –respondió la princesa –pero eso no es lo importante, lo que en realidad deseo saber es como me encontraste.
Pues si quieres saberlo te lo diré; le arranque ese secreto a tu hermano antes de atravesarle el corazón con mi espada –Contrario a lo que pensaba, Anghye no mostró la menor tristeza o furia, si no que sonrió –También me confesó que te obligó a casarte con él a cambio de perdonarme la vida.
Así que ya lo sabes –la voz de la princesa se escuchaba disminuida, pude percibir un poco de vergüenza en su rostro pero gradualmente la vergüenza se convirtió en ira –esa es la verdad, acepté casarme con él para salvar tu vida, y a cambio tu mataste a mi padre.
Eso es lo que tu hermano te hizo creer pero no es cierto –le dije con amargura –poco después de que hablaste conmigo en la mazmorra apareció Nohirt con algunos hombres que mantenían sus rostros ocultos con capuchas, entonces uno de esos malditos hundió su daga en mi ojo y me lo arrancó, después de eso me golpearon hasta dejarme inconciente, y cuando recuperé el conocimiento me encontraba camino a la frontera. Tu hermano me envió al campo de batalla en medio de Frey y de Succo, el lobo sanguinario, para luego culparme por el crimen que él cometió.
Eso no puede ser, entonces fue mi hermano el que asesinó a mi padre –dijo llorando la princesa –ese desgraciado me engaño y fui tan estúpida que le creí. –Por primera vez pude ver llorar a Anghye y la verdad es que apenas y pude soportarlo, estuve a punto de abrazarla para consolarla, pero me contuve, ese no era el momento indicado. Entonces la puerta se abrió de improviso y mi amigo Marko entró apresuradamente; estaba muy nervioso.
Ya están muy cerca –dijo Marko –son por lo menos doce jinetes, seguramente pertenecen a la guardia Carmesí, aunque visten de negro para disimular su procedencia.
La princesa me miró fijamente, sus ojos nuevamente se llenaron de ira, y sin esperar un instante se puso de pie y me dijo: Así que ahora, no eres más que un perro al servicio de Frey.
Marko observó impresionado, nunca antes había visto que un hombre se atreviera a levantarme la voz, mucho menos una mujer.
Prepara los caballos y avisa a los hombres, partimos de inmediato –dije a mi amigo, quien aún estaba sorprendido por el valor de Anghye, pero tras escuchar mi orden salió velozmente.
Espero que seas un buen jinete –dije a la princesa –por que tenemos que cabalgar rápido y recorrer una gran distancia.
Espero que hayas elegido un buen corcel para mí, querido Kraos –dijo la princesa con una sonrisa, ella por fin se dio cuenta de que no intentaba entregársela a Frey, por el contrario mi intención era protegerla. Tomé su mano y la guié hasta el patio trasero donde Marko y tres hombres más esperaban con los caballos.
Señor de la oscuridad, no se preocupe por los guerreros carmesí, nosotros los detendremos –dijo Thorkos.
Así es, son solo doce, no resultará difícil acabar con ellos –dijo Rajal, al tiempo que desenvainaba su espada.
Mejor guarda tu juguete –dijo Parias –no tendrás oportunidad de usarlo ya que los carmesí morirán con mis flechas clavadas en sus gargantas.
Confio en ustedes, sombras, y estoy seguro de que nos veremos nuevamente en el punto de reunión –estreché sus manos y me despedí de ellos. Sin perder más tiempo, Marko, anghye y yo, montamos nuestras cabalgaduras y partimos iluminados tan solo por el resplandor de una hermosa luna plateada.
-----------------------
Dedicado afectuosamente a:
Psikotika Princesa de las tinieblas
|